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Morate, el hombre que odia a las mujeres

Sus dos antecedentes, su paso por prisión y el doble asesinato coinciden en el componente sexual

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«Fue tras ella a buscarla a Ucrania, pensaba que Marina volvería con él, pero ya había tomado una decisión». Dos semanas después del salvaje crimen de Marina Okarynska y Laura del Hoyo, asesinadas presuntamente por Sergio Morate, exnovio de la primera, las frases de quienes les conocieron siguen quedando inconclusas en Cuenca y el dolor estupefacto no acalla las especulaciones. Una antigua jefa de Marina, en la pastelería Ruiz, asegura que la joven ucraniana se marchó a su país de origen en enero de este año tras dejar a Sergio y que él la siguió para retomar la relación. En Semana Santa la mujer pasó una temporada en Cuenca, donde se crió, donde viven sus padres, trabajó unos días en un bar del centro y regresó a Ucrania hasta este verano que volvió de vacaciones.

Poco después encontró la muerte, planificada por quien había sido su pareja durante casi cinco años.

«Se casó, creo que en junio. Su madre lo contó, aunque al parecer no fue a la boda. Yo no la vi ya, pero a todo el mundo le extrañaba que no hubiera traído a su marido con ella. Hubo rumores de si podía haber sido una boda de conveniencia», cuenta esta conocida a ABC. La guapa ucraniana estaba feliz y mostraba su anillo de compromiso. La máquina de los rumores se puso en marcha. Su círculo de confianza sabía la verdad. Marina tenía residencia permanente o de larga duración, renovada por segunda vez, lo que supone que llevaba más de diez años viviendo de forma legal en España. Podría haber solicitado la nacionalidad española, pero no lo había hecho, según consta en las bases policiales. Ucrania no pertenece a la UE; por tanto, la teoría de una boda a cambio de papeles carece de fundamento. La misma máquina de rumores asegura que su viudo viajó a Cuenca para el funeral. Y una máquina similar ha puesto en circulación pasados los primeros días de impacto y rabia fotos de la boda donde Okarynska, vestida de blanco, sonríe cogida de la mano del novio.

Forma parte de los secretos que encierra este caso si Morate sabía o no que su ex había contraído matrimonio. Pero él no soportaba que lo dejara una mujer. Eso lo tienen claro los investigadores. A la primera que lo hizo -su exnovia- la secuestró y la maltrató. Morate tenía 22 años y la Policía Nacional lo detuvo por detención ilegal, amenazas, malos tratos y lesiones. Su condena fue extrañamente benévola. Se trató como una detención ilegal sin fines sexuales, lo que le supuso una sustancial rebaja de pena: 4 años en lugar de 15 si se le hubiera aplicado ese agravante. Pasó 18 meses entre rejas. Ahora esa primera víctima ha tenido que revivir lo que le sucedió hace siete años, guiando hasta donde pudo a quienes buscaban a las dos amigas en esos seis días angustiosos.

La segunda vez que lo detuvieron también fue por un delito relacionado con mujeres, niñas en concreto: guardaba archivos de pornografía infantil en su ordenador. Fue dos años después y no hubo condena. Pero cuando empezó a salir con Marina el tiempo entre rejas ya había hecho mella en él. En la cárcel de Cuenca trenzó lazos sólidos de amistad que continuaron en la calle. Ayudaba que disfrutaba de una posición económica muy superior a la de otros condenados. Uno de esos presos, el rumano Istvan Horvath se juega ser acusado de encubrimiento en Rumanía por haber dado cobijo en su casa de Lugoj a Morate y haber ido a buscarlo a Hungría mientras este huía de la Policía. Horvath, que fue detenido y está imputado, reitera que era más amigo de Marina que de su entonces novio; algo así como ocurre con su mujer Valeria, quien también parece ser más amiga de Morate que de Horvath pues fue a ella a la que mensajeó y llamó el evadido en su fuga atravesando media Europa.

Antes de llegar a Horvah, los investigadores colocaron en el punto de mira a un colombiano, con el que también tenía lazos estrechos Morate. Según el capellán de la cárcel de Cuenca, el ahora sospechoso del doble asesinato iba a visitar a su amigo presidiario al centro penitenciario de Valdemoro. El colombiano estaba de permiso cuando empezó la fuga del presunto asesino. Los hilos de unos llevaron a otros.

Hasta el momento, los investigadores no han encontrado pruebas de que Morate contara con un cómplice para asesinar a las dos mujeres. A Marina la esperaba –supiera o no de su boda- porque ella quería recoger sus últimos efectos personales y cerrar capítulo. A Laura, no, pero tampoco la perdonó, quien sabe si urgido por viejos agravios debidos a la amistad de las dos mujeres. Se ensañó con ambas; sobre todo con Marina, que lo había acompañado y apoyado cuando sufrió un cáncer de testículos. Las estranguló y en el caso de su exnovia utilizó unas bridas. Antes había comprado cal y cavado una tumba junto al río Huécar. La máquina de los rumores cuenta que en prisión fanfarroneó: «Si a mí me deja mi mujer, la mató».

Benefactor de presos

Su amigo Istvan Horvath fue detenido por la Guardia Civil en abril de 2008. Él y otros tres rumanos robaron un coche y condujeron como locos desde Saelices a Motilla del Palancar en la provincia de Cuenca. En la huida se estrellaron con otro vehículo, ajeno a los hechos y dejaron en coma a uno de los ocupantes. El rumano fue condenado por homicidio imprudente.

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