Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias durante un mitin en la campaña de las elecciones andaluzas
Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias durante un mitin en la campaña de las elecciones andaluzas - Reuters

Las dudas de Podemos tras el 22-M

Podemos sabe que se juega mucho en esta negociación, no sólo en Andalucía sino, sobre todo, en el resto de España

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La semana pasada durante la celebración del Comité Federal del PSOE, Susana Díaz confesó a una persona muy cercana a ella que «las cosas con Podemos van muy bien» aunque reconocía que todavía quedaba mucho por negociar. Y en ello estarán a partir del próximo lunes, cuando los partidos inicien los contactos bilaterales para detallar cómo va a ser la investidura de Díaz.

Podemos sabe que se juega mucho en esta negociación, no sólo en Andalucía sino, sobre todo, en el resto de España donde se está pendiente de cada movimiento que hace la formación morada para verificar si son capaces de mantener su discurso o si, por el contrario, caen en los mismos errores «de la casta» que han venido denunciando.

Por eso Pablo Iglesias ha nombrado a Sergio Pascual, secretario de Organización Federal y hombre de su máxima confianza, para que lidere este envite, aunque ha tenido que pactar con Teresa Rodríguez que su hombre de confianza, Manuel Garí, economista jubilado, esté también en estos enjuagues. Sobre todo después del episodio de desautorización que se ha producido a principios de esta semana cuando la secretaria de Coordinación Ejecutiva, Ángela Ballester, rectificó las condiciones de negociación que había presentado Teresa Rodríguez. Un paso en falso que les costó una importante crisis y debilitar a su líder en Andalucía.

Lo que parece claro es que Podemos va a exigir la dimisión de Chaves y Griñán de sus cargos institucionales, una condición a la que no están dispuestos a renunciar por lo que tiene de simbólico pero que, al menos por el momento, no parece un obstáculo insalvable para el PSOE. Manuel Jiménez Barrios, vicepresidente en funciones, decía fuera de los micrófonos de la sede de San Telmo y de la oficialidad del Gobierno andaluz que «todo es negociable». Un mensaje claro y directo que sigue la misma línea argumental que el portavoz parlamentario, Mario Jiménez, lanzaba a principios de semana y que incluye, inequívocamente, la salida de cargos institucionales de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, si bien la realidad es que todavía está todo pendiente de las decisiones judiciales.

El resto de condiciones impuestas por Podemos han sonado a música celestial en los oídos socialistas ya que recogen una serie de medidas que incluso ya han empezado a aplicarse con el portal de la transparencia. Algunas voces en el seno de Podemos están pidiendo un referéndum para que las bases decidan si se apoya la investidura de Susana Díaz o no, aunque la dirección del partido parece que va por otros derroteros menos asamblearios.

El nombramiento de los senadores por la comunidad autónoma será un asunto, sin duda, curioso. Tras la investidura del nuevo presidente, habrá que nombrar a los 9 senadores por la comunidad autónoma. Según los resultados electorales, al PSOE le corresponde la designación de 4 senadores (entre los que podría estar Griñán o no), al PP 3, uno a Podemos y otro a Ciudadanos. Senadores que se eligen por los partidos y contra los que los diputados no pueden votar en contra en la Cámara andaluza, sino darles su apoyo o no votarlos.

Podemos designará a uno de sus miembros (de Andalucía o de donde estime oportuno) para que lo represente en una Cámara que quieren eliminar y a la que consideran ejemplo de «casta», ya que el sueldo mensual es superior a 4.600 euros más financiación del transporte, ordenador portátil, móvil y tablet. Un nombre que ya están buscando.

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