Fotografía de archivo (15/04/2014), del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce.
Fotografía de archivo (15/04/2014), del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce. - EFE

Torres Dulce, el polo opuesto de Conde Pumpido

El fiscal general del Estado, crítico con la politización que marcó la etapa de su predecesor, se propuso dar un giro al Ministerio Público

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Propuesto por el entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, Eduardo Torres Dulce fue el hombre escogido el 30 de diciembre de 2011 por el Gobierno de Mariano Rajoy para encarar una legislatura marcada por la crisis económica y las tensiones soberanistas catalanas.

Hombre de formas suaves pero voz diáfana, en estos tres años ha tenido litigios tan importantes como los alegatos del Ejecutivo en contra de la intención del presidente catalán Artur Mas de convocar una consulta ilegal (que fue frenada por la Abogacía del Estado y el Tribunal Constitucional, pero desoída por el mandatario catalán).

Torres Dulce (Madrid, 14 de mayo 1950) llegó a la Fiscalía General del Estado tras más de 35 años como fiscal de carrera.

Ingresó por oposición en la Escuela Judicial en 1975, tras licenciarse en Derecho. Pasó por las fiscalías de Sevilla y Guadalajara antes de regresar a Madrid, su ciudad natal, donde en 1985 fue destinado en el Tribunal Constitucional.

En 1996 dirigió la Secretaría Técnica de la Fiscalía General y en 2000 fue nombrado fiscal de Sala del Supremo. En enero de 2001 participó en la reunión de la cúpula fiscal que se pronunció sobre la actuación de los magistrados de la Sección Cuarta de la Audiencia Nacional que dejaron en libertad al narcotraficante Carlos Ruíz Santamaría, Carlos «el Negro», y en la que Torres-Dulce se opuso al criterio de la mayoría al no apreciar delito en el proceder de los jueces.

Como miembro de la Junta de Fiscales de Sala, su opinión fue requerida también en julio de 2001, cuando dentro del « caso Ertoil», se discutió la conveniencia de que la causa pasara al Tribunal Supremo, dada la presunta imputación del ministro Josep Piqué en ella. Torres-Dulce compartió entonces el criterio de la mayoría, que rechazó la competencia del Alto Tribunal, frente a la tesis defendida por el fiscal del caso en el Supremo, Bartolomé Vargas.

Fue el primero en ser «depurado» por un casi aterrizado Cándido Conde Pumpido que en 2005 y en contra del criterio mayoritario del Consejo Fiscal no le renovó como jefe de una de las dos secciones penales del Supremo por «pérdida de confianza». Tras este relevo, regresó al TC y fue uno de los miembros del Pleno que en marzo de 2006 firmó en contra de la no admisión a trámite del recurso presentado por el PP contra la tramitación en el Congreso de la reforma del Estatuto de Cataluña.

Miembro del Consejo Fiscal, del que fue elegido vocal con el mayor número de votos dentro de la candidatura de la Asociación de Fiscales, Torres Dulce se propuso dar un giro a la Fiscalía General del Estado, de la que criticó la politización que marcó la etapa de su precedesor.

Este jueves 18 de diciembre, Torres Dulce ha comunicado al ministro de Justicia, Rafael Catalá, que abandona su cargo «por razones personales», según informa la Fiscalía General del Estado en un comunicado público, que explica que su futuro inmediato es regresar a su plaza en la Fiscalía ante el Tribunal Constitucional.

Amante del fútbol, es madridista hasta la médula, aunque su gran pasión fuera del Derecho es el cine, arte del que es un reconocido y activo crítico. En colaboración con José Luis Garci escribió el guión de la película basada en Sherlock Holmes «Holmes & Watson. Madrid Days» y es autor del libro sobre cine «Armas, mujeres y relojes suizos» (2001).

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