Alfonso Alonso, en el Congreso
Alfonso Alonso, en el Congreso - EFE

Alfonso Alonso, la voz de Rajoy en el Congreso

El actual portavoz del Grupo Popular deja el gran escaparate de la Cámara Baja para ponerse al frente de Sanidad. Domina la retórica, la negociación y el arte de sacar de quicio al adversario

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Alfonso Alonso dejará el gran escaparate que supone la Portavocía del Grupo Popular en el Congreso para convertirse en el relevo de Ana Mato al frente del Ministerio de Sanidad. Brillante parlamentario, eficaz orador dentro y fuera de la tribuna -no en vano es licenciado en Filología, además de abogado- durante los tres años que han transcurrido de esta legislatura, Alonso ha sido una referencia dentro de la Cámara Baja, donde también han quedado en evidencia sus dotes de estratega en la negociación, su capacidad para modelar los argumentos a su antojo y comunicarlos bien, amén de su arte para sacar de quicio a la oposición.

Nacido en Vitoria el 14 de abril de 1967, el presidente del Gobierno ha encomendado la primera cartera ministerial a este veterano del partido.

Fue alcalde de Vitoria entre 1.999 y 2007, y diputado por la circunscripción de Álava entre 2000 y 2001. En 2008 volvió a ocupar escaño en la Cámara Baja y durante esa Legislatura lo hizo como portavoz adjunto del PP. Desde 2011 es su portavoz titular.

Nacido en el seno de una familia bien vitoriana, licenciado en Filología Románica en contra del criterio utilitario al uso, y también en Derecho, Alonso está casado y tiene cuatro hijos. Según contaba el diario El Correo en 2011, un amigo de la infancia recuerda que era «raro». «Mientras nosotros leíamos novelas juveniles él leía a los clásicos: Homero, Ovidio, Plutarco. Las lenguas muertas, especialmente el latín, siempre le apasionaron». En realidad, la literatura fue su consuelo en los momentos duros y ese maestro invisible que le ayudó a entender el mundo. Un punto de indisciplina y rebeldía juvenil laminada con una responsabilidad prematura y mucha adaptación al medio. «Al segundo año de Filología, me convencieron de que hiciera también Derecho, que es una carrera con más provecho», confesó una vez.

Militante en el Partido Demócrata Popular (PDP) desde los 17 años y en el PP a los 22, Alfonso Alonso fue alcalde desde junio de 1.999 a mayo de 2007. La ciudad de Vitoria, cuya historia conoce al detalle —otra de sus pasiones además del mus—, lo ha visto crecer, primero entre libros y luego entre micrófonos, cimientos de casas, baldosas, zanjas, centros cívicos o reuniones de vecinos. Fue alcalde a los 32 años, sin apenas haber ejercido como abogado, ni aprendido a ser concejal (lo fue entre 1.996 y 1.999), cuando muchos de su generación siguen en la casa familiar. «Ha sido un padre para sus hermanos. La vida le ha hecho madurar desde joven», decía en 2011 su amigo y ex asesor Pablo Gay-Pobes.

Camina apresurado y en línea recta impulsado por su propia ligereza, pero no siempre llega en punto a las citas. Aparentemente distante cuando mira a su interlocutor, es cariñoso y amigo de sus amigos. Caótico, gran discutidor, culto, inteligente, dotado de una capacidad de improvisación fuera de lo común, su vehemencia le ha acarreado problemas con la oposición, al tiempo que le ha hecho ganarse el respeto de todos.

Por todo eso, Ramón Rabanera, el ex diputado general y su antecesor en la presidencia del PP, apostó por él. Se la jugó, aunque hubo quien le dijo que era una barbaridad, tan joven e inexperto. «Si no sale alcalde, me estrujan», señaló el senador por Álava, que ve cumplida la idea que se hizo de él. «En política, como en la vida, hay que tener suerte también. Si la tiene, su futuro es brillante. Hasta ahora lo ha hecho muy bien».

Liberal de pensamiento, su defensa de las bodas entre homosexuales o la mesa fallida con presencia de Batasuna al principio de su mandato (en 1999, parece que fue hace una eternidad en lo político) fueron ejemplos de los nuevos tiempos que quería imprimir, aunque finalmente claudicó a la ortodoxia del partido. Era el aire fresco y renovador que necesitaba el PP y que después consolidó Basagoiti a escala vasca.

Paradójicamente, la derrota en las elecciones municipales de mayo de 2007 por apenas 1.700 votos frente a la candidatura del PSE le dio, casi un año después, la oportunidad que no iba a tener si hubiera ganado. Arrancó entonces su carrera en Madrid como diputado y portavoz adjunto del PP.

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