Simulación por ordenador de la fusión de dos agujeros negros y de ondas gravitacionales liberadas
Simulación por ordenador de la fusión de dos agujeros negros y de ondas gravitacionales liberadas - W.Benger-Zib

Ondas gravitacionales: tan revolucionarias como el telescopio de Galileo

Atraviesan nuestro cuerpo a cada momento, pero son tan débiles que no las percibimos

Con su hallazgo en detectores, han abierto una nueva era en la astronomía que permitirá aprender sobre los orígenes del Universo y sobre el funcionamiento de la materia

MADRID Actualizado: Guardar
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Esta semana la segunda detección de las ondas gravitacionales volvió a traer a la actualidad a los astrofísicos, a los observatorios y a los misteriosos agujeros negros. Con este descubrimiento, los científicos confirmaban otro hallazgo publicado en enero por todo lo alto, y las ondas gravitacionales se convertían en realidad.

Por lo etéreo del tema, podría parecer que las ondas gravitacionales son incomprensibles y lejanas, un asunto que solo le interesa a los teóricos y que no sirve para nada. Pero nada más lejos de la realidad. Estas ondas no solo han supuesto un enorme avance tecnológico y no solo permitirán cambiar la astronomía y contestar a grandes preguntas sobre el Universo. En el presente también tienen su papel. Por ejemplo, durante cada instante que pasa nuestro cuerpo es atravesado por ondas gravitacionales. Ellas contraen y dilatan el espacio en el que vivimos y acortan o alargan cada uno de los segundos que gastamos respirando. Por suerte para nosotros, son tan débiles que no podemos percibirlo.

Esto es tan escalofriante que incluso Albert Einstein dudó de sí mismo al predecir la existencia de las ondas gravitacionales con su Teoría General de la Relatividad. Corría el año 1916, y sus fórmulas decían que, al igual que la luz se propaga a través de ondas, la gravedad también lo hacía. Esto implicaba que unas perturbaciones espacio-temporales muy débiles recorrían el Universo a la velocidad de la luz, y que incluso atravesaban la Tierra. Quizás para su alivio, Einstein consideraba que la tecnología humana nunca sería lo suficientemente refinada como para confirmar o descartar que estaba en lo cierto.

Pero en esto, sí que se equivocaba. Después de casi 30 años de trabajo, y gracias a la participación de más de 1.000 científicos y a una inversión de al menos 620 millones de dólares, el ser humano construyó en 2015 un observatorio capaz de detectar las débiles ondas gravitacionales predichas por Einstein un siglo antes. Este observatorio se llamó LIGO («Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory»).

Los dos miembros del observatorio LIGO
Los dos miembros del observatorio LIGO - ABC

Aunque se hayan detectado las ondas gravitacionales, a la Física le seguirá quedando una gran tarea pendiente con la gravedad. Tal como ha explicado Juan García-Bellido: «La detección de las ondas gravitacionales solo confirma la existencia de perturbaciones del espacio-tiempo clásicas que se propagan a la velocidad de la luz. El carácter cuántico (que la gravedad se transmite a través de partículas) no se ha confirmado todavía. Para ello habría que detectar el gravitón, o cuanto gravitacional. Estamos muy lejos de dicha detección».

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