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Koke y Griezmann celebran uno de los goles del galo - EFE
LIGA BBVA | jornada 17

El Atlético, enganchado a Griezmann

Los rojiblancos derrotan al Levante (3-1) con dos goles más del francés en un partido con buen ambiente en el Calderón

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Enganchado a Griezmann, el Atlético avanza. Dos goles más del francés (cinco en los dos últimos partidos de Liga) auparon a su equipo a una victoria convincente ante el Levante. Hubo momentos de gran fútbol del Atlético, tocado por la varita de Arda Turan y en la búsqueda de Mandzukic. En la sinfonía de buen gusto, toque y llegada a la portería rival se cruzó Griezmann, la mejor versión del francés ahora que acaba de aterrizar Torres. El Levante soñó durante algunos minutos con el accidente rojiblanco, pero Godín clausuró el partido con un cabezazo. [Así hemos narrado el Atlético-Levante]

El partido amaneció con modorra, acorde al horario de la siesta del fin de semana. La gente tardó en acceder al campo, con el cocido aún en tránsito intestinal, y el choque se contuvo hasta que entró en calor.

El Levante renunció a casi todo, la pelota, la discusión por el gobierno de la tarde, el sentido del juego... Solo se interesó por una faceta unidireccional: defender con mucha gente y promocionar el contragolpe. Cuando el Atlético se sacudió la carbonilla de las Navidades, el asunto giró hacia su posición.

Es mucho atrevimiento proclamar que el Atlético propone algo parecido al tiki-taka, pero se le acerca. La sólida cobertura de Mandzukic en el área, capaz de rematar un balón de Juanfran o una olla exprés caída del cielo, le obliga a ello. Le llevó tiempo, pero ahora el Atlético llega al área con el cuero jugado, transportado con cierta sutileza y casi siempre por las bandas.

Empezó a jugar muy bien por el sector inesperado, el flanco izquierdo donde acampa Siqueira, jugador aún sin rango en el Atlético, sin gran predicamento en la grada. El brasileño exprimió la sociedad con Koke, Arda y Griezmann y asistió con bastante profusión, unas veces sin tino y otras con certero destino, pero siempre con insistencia e intensidad.

Así llegó el primer gol válido (el árbitro había anulado uno antes por fuera de juego). Una participación global de varios atléticos, el centro al área de Siqueira y la anticipación de Griezmann, vivo para rebañar la pelota con la cabeza ante Mariño. El gol depositó confianza a raudales en el Atlético, que empezó a jugar con mano de orfebre, sobre todo a partir del talento de Arda Turan. El turco se siente feliz entre combinaciones, paredes y pases al hueco. También procedía su actitud combativa en la época del parche en el ojo, pero ahora dirige la orquesta y nadie discute su batuta.

Jugó muy bien el Atlético durante muchos minutos. También el uruguayo Giménez, quien empieza a aportar la solvencia que requiere Simeone en un equipo concebido para no recibir goles. La referencia es Mandzukic, a quien van destinados todos los esfuerzos asociativos de sus compañeros. El croata no defrauda. Pelea todo, se estira a por todo, quiere rematar cualquier objeto en el ecosistema donde es determinante: el área.

Mandzukic fue el que sacudió al guante de Mariño taponado por el palo en el mejor centro de la tarde de Juanfran. La pelota salió mordida y Griezmann la cazó al vuelo para conseguir el segundo. Mandzukic no tenía su gol, pero su servicio al colectivo está fuera de toda duda.

El Zhar dió esperanzas al Levante

Un accidente modificó la panorámica del partido. Un saque de esquina defendido con alguna desidia por el Atlético permitió un segundo disparo a El Zhar. El gol provocó sudores fríos en el Atlético y en el Calderón. De repente invadió a ambos una timidez superlativa. El grupo de Simeone sintió vértigo de repente y todo lo que había creado comenzó a tambalearse.

Ya no remató más veces Mandzukic, Simeone retiró a Arda Turan y el Levante creyó en la remontada. No había hecho casi nada, salvo mostrar recursos para sepultar el peligro del Atlético a balón parado (su defensa siempre muy alejada del área). Pasó un mal trago el Atlético, minutos de incertidumbre sin venir a cuento.

Se marchó a la ducha Mandzukic sin el gol, se personó Raúl Jiménez en busca de la aprobación del Manzanares y perseveró el Levante en espera de otro desliz rojiblanco. Quedó el duelo colgado del alambre hasta que el Atlético le dio pasaporte a la duda. Lo hizo con su seña de identidad: un córner en corto, el balón templado en vuelo y el cabezazo de Godín a la cazuela. El uruguayo, como Griezmann, también hizo el gesto del arquero, el de Kiko, para cerrar una victoria merecida de su equipo.

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