El Apunte - OPINIÓN

La primera imagen del Carnaval

Las colas para la venta de entradas y los cambios en la iluminación son las primeras pistas del nuevo formato de fiesta

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El Carnaval, la mayor fiesta de la capital gaditana, llega este año con algo más de pausa. Los caprichos del calendario católico han propiciado en esta ocasión una celebración tardía, a finales de febrero, que da mucho margen entre Navidad y el desahogo previo a la Cuaresma. Ese espacio temporal no ha existido en la mayoría de los años anteriores y ahora permite que el nuevo gobierno municipal pueda introducir distintos cambios que siempre tuvo proyectados, programados, tanto en el certamen como en la calle. Habrá que esperar dos meses para hacer un balance riguroso pero por el momento ya se pueden observar las primeras pistas del nuevo formato de fiesta que pretende la administración local.

La formación de las colas siempre es la primera escena.

Desgraciadamente, por más cambios que se realizan, parece que resulta imposible desterrar esa imagen tan molesta (para algunos vecinos, sobre todo) de personas que son capaces de pasar cinco noches en la calle –ensuciando, cocinando, cantando, durmiendo– por tal de conseguir una entrada. Ni el anterior gobierno ni el nuevo, ni el creciente protagonismo de internet en la venta pueden con unos vicios que tienen más que ver con los hábitos y preferencias de un sector de población.

La segunda noticia previa es la remodelación del alumbrado festivo. Resulta sorprendente que vaya a ser más tempranero que nunca, que vaya a encenderse antes de lo que se hizo en cualquier otra edición del Carnaval, un 22 de enero. Esta decisión contrasta con el retraso que arrastró el de Navidad, con las consiguientes quejas de los comerciantes. A menos de una semana de Nochebuena aún había operarios instalando luces en calles y barrios. Parece que el Carnaval interesa más, pese a que su impacto es menor en el comercio (aunque igual o mayor en hostelería).

Como única muestra de coherencia, el Ayuntamiento también va a recortar a la mitad los arcos luminosos en las calles por lo que extiende al Carnaval su preferencia ahorradora de las pasadas fiestas navideñas. Tanto en el caso de las colas como en el del exorno, al gobierno local le conviene recordar que buena parte de la imagen exterior de la ciudad descansa en su primera fiesta, la mayor.

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