LONDRES 2012
El tirador Joshua Kearney Millner. / Archivo
A principios del siglo XX los caballeros británicos ya no se batían en duelo. Les resultaba una actividad demasiado bárbara y ya contaban con numerosas oportunidades con la cetrería para practicar su puntería. Sin embargo, el amor por las armas al otro lado del Atlántico siempre les incitaba a enfrentamientos deportivos con regularidad. Al fin y al cabo, la pasión de los isleños por las apuestas se medía en parámetros similares a las de los norteamericanos por el fuego.
Tras varios encuentros entre equipos de ambos continentes se ofreció una oportunidad única para dirimir el vencedor: los Juegos Olímpicos de Londres en 1908. El primer duelo se efectuó en la prueba de rifle a 1000 yardas (940,40 metros) con 49 competidores (la mayoría militares). De los tiradores locales sobresalió la figura de un irlandés de avanzada edad con cierto aire socarrón, cuyo nombre era Joshua Kearney Millner. No era el único anciano en el concurso (el legendario sueco Oscar Gomer Swahn contaba con una año menos), pero sí era el que tenía una técnica más sorprendente. «La posición del señor Millner en tiro es peculiar. Se tumba sobre su espalda, arquea sus pies y apoya firmemente en la axila derecha el cañón de su rifle. Sostiene la acción con firmeza con su mano izquierda y aprieta el gatillo, por supuesto, con la derecha. Mira desde una pulgada de la culata, que es otra particularidad».
A los estadounidenses que habían visto años antes en uno de los encuentros en Norteamérica no les habría sorprendido porque era una técnica que empleaba desde su juventud (de hecho, la descripción anterior fue recogida por el 'Mercurio de Nueva York' cuando Millner tenía 24 años). Pero en Londres confiaban en el error de un señor que cuatro días antes había cumplido 61 años. No sería la primera vez que fallaba Millner, puesto casi había provocado la derrota de su equipo en aquel duelo del siglo XIX cuando disparó al centro de la diana... del rival.
Sin embargo, aquel día en Surrey fue distinto. 'Jerry' ajustó su puntería como pocas veces: 98 puntos de 100 posibles. Imposible de superar por el resto de rivales. Millner se colgó el oro y pasó a la historia como el ciudadano británico más longevo en conseguirlo (entonces Irlanda se encontraba bajo la soberanía de Gran Bretaña). Participó en cinco competiciones más en aquellos Juegos de verano pero no logró superar la novena posición. En cambio, se ganó para siempre el cariño de sus vecinos porque además de ser un coronel de la La Milicia de Carlow, que era por entonces un regimiento territorial del Real Cuerpo de Fusileros del Rey, también era el clásico hombre con el que uno disfruta de la conversación. Imitador inigualable según sus contemporáneos, aquel alto irlandés que debía su fortuna a la industria de la lana garantizaba la diversión de sus compañeros.
Millner no volvió a participar en los Juegos Olímpicos y Swahn le arrebató el mérito del medallista más viejo. Por su parte, el coronel irlandés se dedicó a las reuniones del Consejo de la Asociación Nacional de Rifle de 1907 a 1914 y tras su retirada se convirtió en un reconocido criador de setters irlandeses, escritor de un libro sobre esta raza de perros y juez en exposiciones caninas, labores para las que no se sabe si necesitó tumbarse.
