A la izquierda, el montaje fotográfico donde parece que está en los Oscar. A la derecha, Anna Allen posando en la fotografía real
A la izquierda, el montaje fotográfico donde parece que está en los Oscar. A la derecha, Anna Allen posando en la fotografía real - abc

Anna Allen, ¿locura o estrategia?

Dos expertos debaten si la actriz padece algún trastorno o se trataba de un plan para relanzar su carrera

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Un día, Luixy Toledo apareció en televisión diciendo que «Thriller» era una canción suya. Este freak salido de la cantera de Santiago Segura se unía a la campaña «made in Spain» que tenía como objetivo a Michael Jackson. En ella estaba otro referente de la cultura popular-cañí patria: Tony Genil, que llegó a aparecer en una fiesta con el plato de macarrones que, según él, le había cocinado a la fallecida estrella del pop.

Años después y con mucha más ambición, la actriz Anna Allen (Marta, la primera novia de Tony Alcántara en «Cuántame») trazó un puente generacional para apuntarse a la costumbre. Según relatan fuentes a ABC, la actriz contaba en Los Ángeles que le cocinaba tortillas de patata a Julia Roberts.

Según ella, había conocido a la laureada intérprete en los Oscar del año pasado. Sin embargo, la realidad es muy distinta: como se ha sabido, Allen llevaba varios años construyendo una vida falsa a base de montajes fotográficos y falsos testimonios.

Juego de mentiras

«Puede que sufra un trastorno o que se comportara así porque pensaba que podría medrar y una vez que empezó, ya no supo parar», explica el psicólogo Luis Muiño. Este experto cuenta que, de no ser algún tipo de patología, Allen se habría visto envuelta en «un juego de mentiras con el que se sufre, aunque les compensa».

Mucha gente se ha preguntado estos días cómo un personaje público ha logrado decir tantas mentiras sin ser descubierta antes. Sobre todo si se tiene en cuenta que muchos de los montajes los realizaba con fotografías distribuidas por estrellas con miles de seguidores en sus redes sociales. Para Muiño, «todos mentimos» y además nos resulta relativamente fácil hacerlo: «No es cierto eso de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo», afirma. Y añade el matiz de que, en realidad, «nadie juega a fiscalizar nuestras vidas».

Guillermo Fouce, psicólogo y profesor univesitario, arriesga más: «Si fuera un trastorno paranoico en el que hubiera creado una realidad que ella misma se creyera, su entorno hubiera reaccionado y le hubiera puesto solución. Tiene pinta de ser una estrategia comercial», cuenta. Según explica este especialista, existen distintos grados de patología paranoide. «Puede tener una personalidad que tienda a la paranoia, que le suele ocurrir a gente que es muy narcisista; el siguiente nivel sería el trastorno de personalidad paranoide y, finalmente, el trastorno paranoide».

De ahí se extrae la lucha interna que podría haber padecido Allen tras tener más mentiras que currículum a sus espaldas. Un proceso hacia la «reducción de la disonancia»: «Consiste en adaptar la forma de pensar para poder seguir adelante. Como cuando haces algo que no deberías y cambias tus planteamientos para justificarlo», comenta Fouce.

Ambos expertos coinciden en que no se puede hacer un diagnóstico a través de las noticias que han aparecido en los medios. «De todas formas, ya la han diagnosticado públicamente», sentencia Muiño.

«Que se lo mire»

El «caso Anna Allen» fue uno de los protagonistas del pasado lunes en la 65 edición de los Fotogramas de Plata. Una cita a la que acudieron algunos de sus compañeros de «Cuéntame cómo pasó», la serie que le dio popularidad gracias a su personaje de Marta Altamira. Entre ellos, Pablo Rivero, con quien vivió un romance en la ficción. El actor reconoció que hacía años que no la veía y añadió que la suya es «una profesión complicada». Por su parte, Irene Visedo, que interpretó el personaje de Inés hasta el año 2008, comentó: «Creo que todos debemos ponernos en su lugar, estamos un poco todos en lo mismo, a mi lo único que me importa es que ella se encuentre bien, me pregunto qué le ha podido llevar a tomar esa serie de decisiones». Una discreción que no supo mantenter Antonio Resines, nuevo presidente de la Academia de Cine, que espetó:«No voy a decir lo que pienso porque diría que está zumbada, pero luego me van a acusar de que soy poco diplomático». Aunque también le dio un consejo: «Que se lo mire».

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