Estatua de Ramón María del Valle-Inclán en Madrid
Estatua de Ramón María del Valle-Inclán en Madrid - EFE
El origen de las ofensas más populares

El insulto más sexista que Valle-Inclán reflejó en su obra literaria

El gran capitán lírico de la literatura española en «Las galas del difunto» pone esto en boca de Ventolera: «Esta noche tengo que sacar de ganchete a una furcia»

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Dentro del amplio y variado abanico de insultos que alberga nuestro diccionario, existen una serie de pautas comunes a un determinado número de ellos. Así, por ejemplo, las ofensas más peyorativas ligadas al mundo sexual siempre, o casi, hacen referencia a la mujer. Pese a que la sociedad española ha avanzando en materia de igualdad entre hombres y mujeres, un estudio reciente sobre Adolescencia y Juventud de la FAD revelaba que uno de cada tres adolescentes entre 12 y 29 años de edad considera un «éxito envidiable» que los chicos mantengan relaciones sexuales con muchas chicas. Sin embargo, cuando son ellas las que salen con diversos chicos el calificativo que reciben es de «prostitutas».

El Diccionario de la Real Academia Española

define al término prostituta: 'furcia'. Pancracio Celdrán, autor de «El Gran Libro de los Insultos», publicado por la editorial La Esfera, define así al «putón, ramera de baja condición; buscona de bar de alterne. También se dice furción, en paralelo con putón; y furciales, prostituta todavía más despreciable que la furcia y cuyo plural está en función peyorativa, caso de mochales, bobales, vivales».

Carlos Miranda, articulista de la revista satírica La hora de parra, documenta de la siguiente forma el término a principios del siglo XX:

Hoy las socias adelantan

que es una barbaridad...,

hay furcias de pelo en pecho,

mujeres de armas tomar,

gachís que rompen cabezas

ysuperhembras que dan

mulé al hombre que las quiere

seducir o abandonar

La popular ofensa fue utilizada por el gran capitán lírico de la literatura española en 1926. «Valle-Inclán en Las galas del difunto pone esto en boca de Ventolera: 'Esta noche tengo que sacar de ganchete a una furcia'», señala el autor. Por su parte, Jaime Martín, en su Diccionario de expresiones malsonantes del español (1974), ofrece el siguiente ejemplo de uso del vocablo: 'La hermana mayor es una furcia, y él un maruso. ¡Vaya línea familiar!'.

Celdrán trata de averiguar el origen etimológico de la palabra. «Acaso del verbo desafuciar de uso en el siglo XVI con el valor semántico de perder la fe, retirar la confianza, cosa que merece la mujer de vida equívoca; otros piensan en un derivado del latín furcaria, a su vez de furca (horca), siendo la furcia merecedora de tal castigo por su vida escandalosa. No se descarta que proceda del latín fornix, fornicis (burdel), a través de una serie de alteraciones que la filología puede explicar».

En algunos puntos de la península española varía significativamente la dura descripción de la persona aludida. Por ejemplo en la ciudad pacense de Mérida llaman furcia a la mujer sucia de vida holgazana, mientras que en la comarca navarra de Eslava hace referencia a la mujer despreciable.

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