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Cádiz CF

¿Rabia, alegría o confrontación?

La exagerada e injustificada explosión de júbilo de los jugadores del Cádiz CF tras la remontada crea un debate en la sorprendida afición

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Los jugadores amarillos celebran el empate de Caros Fernández. Antonio Vázquez

Alfonso Carbonell

Cádiz

Aún resuena los gritos de júbilo y se recuerdan los entusiastas y ardientes abrazos que los jugadores del Cádiz CF se dieron con ocasión del gol de Víctor Chust en el descuento ante el Almería que les daba los tres puntos de un derbi en el que los de Garitano jugaron con dos hombres más casi toda la segunda mitad del encuentro. Aunque la lógica alegría por la victoria final también llegó a una grada que se pasó buen parte del partido increpando tanto a la directiva como a los jugadores, lo que también sorprendió fue la excesiva efusividad que demostraron en sus felicitaciones los componentes de un equipo que acaba de descender a Primera el año pasado y que aún no tiene atada matemáticamente la permanencia en Segunda.

Por eso, las preguntas que se hacen muchos aficionados es a qué respondería dichas muestras de un entusiasmo que ha llegado a molestas a una parte de la masa social de un equipo que lleva dos años firmando temporadas para el olvido centradas en el sopor y el aburrimiento. Al margen queda lo que se puede pensar y se piensa en Almería, donde no pocos se atreven a recordar tiempos pasados regados con maletines cuando se veía a un equipo, que no se jugaba nada al final de temporada, celebrar desmesuradamente la victoria de marras ante un rival necesitado.

Independientemente de dicha hipótesis, lo mollar del asunto se centra en lo qué piensa un cadismo resignado a vivir un final de temporada realmente triste pese a la inusitada alegría que desbordó el equipo tras la remontada.

Lo primero que se le viene a la cabeza a un bien pensado es ¿cómo no alegrarse por ganar un partido sobre la bocina? Vale, es correcto. Pero, acto seguido, la siguiente que se hace un mal pensado, o no tanto, es si es ¿realmente necesario exteriorizar semejante júbilo de esa forma dadas las circunstancias? También es correcto. Las imágenes que se pueden seguir visualizando (eufórica piña creada en torno al goleador y cercana a la fondo, suplentes y no convocados saliendo del banquillo en estampida, golpes y abrazos entre compañeros...) no dejan lugar a la duda y se pueden equiparar con la reacción a goles que dan títulos, ascensos o permanencias en la elite. Y, la verdad, es ciertamente sonrojante en el caso de un equipo que ha dado un añito de lo más desagradable al sufrido abonado cadista. La alegría siempre es buena, y más cuando se gana cualquier encuentro, pero que no haya un moderación en la misma da que pensar sobre lo que se valora en ese vestuario caduco y sobre el que buena parte de la afición ha hecho una cruz desde hace mucho tiempo.

Más allá de la alegría demostrada por el equipo y la falta de un líder que no caiga en el ridículo que se está haciendo y lo frene, la segunda tesis apunta a lo que puede verse algo más normal, o cuanto menos, justificable. La rabia. Bien, también es correcto. Mucho más que lo anterior. La rabia, la vergüenza profesional, el alivio, el amor propio... Todo eso es perfecto si a eso después se le acompaña unas palabras argumentando que ese éxtasis conjunto responde a unas causas que solo pueden ser entendidas dentro del vestuario y por los profesionales que han sufrido ir por debajo del marcador todo el partido y ante un rival que le estaba sacando los colores en su propia casa en inferioridad numérica.

Por último, otra de las razones de esa desorbitada alegría demostrada por el colectivo sería la confrontación con su misma hinchada, algo que no hubiera sido la primera vez en ocurrir esta temporada. Según varios aficionados, jugadores como Fali o Alcaraz -que fueron señalados con pitos y abucheos durante el encuentro por su mal papel en el mismo- se encararon metafóricamente con la afición tras la consecución del segundo gol de la victoria de Chuts. Ya antes, y estando Paco López en el banquillo, veteranos como Iza y un reincidente Fali tuvieron su careo con la grada en una situación similar. Estos supuestos desplantes podrían también relacionarse en su conjunto con esa extrema felicidad demostrada por el colectivo y representada en esa eufórica piña tras el gol de Chust con la que responder desde la rabia y el resentimiento a esos gritos anteriores con los que la grada invitó a los de amarillo a irse de feria con su presidente tras abroncarles con los tópicos cánticos de 'jugadores mercenarios'.

Como se ve, y sea la que sea la razón de esa celebración tan alejada de la realidad, el patio no está para mucho más que para irse de vacaciones cuanto antes.

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