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Cádiz CF

Mientras más muertos, más vivos

La imagen final de los jugadores cadistas en el derbi ante el Málaga deja una impronta esperanzadora

Mario Climent y Moussa Diakité acabaron exhaustos en La Rosaleda. l. v.

A. C.

Cádiz

El pasado domingo el Cádiz CF sumó en Málaga los tres puntos más dulces de los catorce que lleva por su heroica forma de conseguirlos, esa manera que hacen tanta afición en una hinchada sabedora de cuándo comienza a estar ante un equipo que puede estar comenzando a escribir una de esas históricas piezas que tiene un club centenario. En efecto, las tres victorias anteriores conseguidas en Carranza dejaron. cómo no, buen sabor de boca, pero en el ambiente del cadismo se situaba cierta sensación a inseguridad en cuanto los de Garitano pisaban campos foráneos.

Los dos empates conseguidos en Leganés y San Sebastián habían sido logrados con más suerte que gloria y tras dos encuentros en los que el Cádiz CF hubiera sido derrotados a los puntos si de un combate de boxeo se tratara. En cambio, el encuentro ante el Málaga vino a recordar a esos derbis y partidos trascendentales de otras temporadas que acabaron en las Puertas de Tierra con Espárrago, Cervera o más recientemente Sergio. Porque el triunfo en el derbi vino con un juego ordenado, bueno por momentos, pero ante todo, llegó por coraje, unidad y solidaridad de un equipo que se volcó en el esfuerzo con la preocupante excepción de Ocampo.

La imagen del final del partido ante el Málaga de muchos jugadores amarillos tendidos exhaustos en el césped de La Rosaleda tras una segunda parte vibrante, llena de empuje local y entrega visitante, ya forman parte del recuerdo colectivo de una afición que no dudó en permanecer en la grada para homenajear y vitorear a sus guerreros.

Hombres como Mario Climent, Iza o Moussa Diakité lo dieron todo en el campo y disfrutaron los que más en cuanto el colegiado vizcaíno indicó el final de un partido que dejó una jugada para la polémica y que se sigue comentando con queja en Málaga; una en la que Diakité cayó sobre un balón con su cuerpo entero derrotado y desfallecido y en la que se pudo ayudar de su brazo para entorpecer el disparo de n rival a puerta. Baste esa jugada para entender hasta qué punto llegó el derroche de esfuerzos de un mediocentro que no para de seguir creciendo en un equipo enchufado tanto en ataque como en defensa.

Sin duda, la imagen de un equipo roto tras el pitido final y que parecía muerto tras dejarlo todo en el campo es la de un ejército muy vivo para este tipo de batallas que se seguirán dando.

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