Cádiz CF

Muere Pepito Hernández, jugador del Cádiz CF en la década de los sesenta

OBITUARIO

El atacante militó en el RCD Español, con el que llegó a subir a Primera

También formó parte del mejor Racing Portuense, donde se retiró, quedándose a las puertas de subir a Segunda con los rojiblancos

Entrevista a Pepito Hernández en COPE Cádiz

Muere Quindejo, exjugador del Cádiz CF

Pepito Hernández fue jugador del Cádiz CF. LA VOZ

José Hernández Egido ha fallecido a los 87 años de edad. Nacido en Madrid pero gaditano por los cuatro costados, el que fuese jugador del Cádiz CF en la década de los sesenta del siglo pasado ha dicho adiós.

Vivir cerca de la Plaza, del Mercado de Abastos, en pleno corazón de Cádiz, hizo que Pepito Hernández fuese que uno de esos jugadores del Cádiz CF que en la década de los sesenta (cuando el equipo gaditano todavía no había pisado la máxima categoría del balompié nacional) dejara una huella enorme.

Nacido el 13 de diciembre de 1937 en la capital de España, Pepito Hernández aterrizó en La Tacita de Plata siendo un niño. De hecho empezó su aventura en el fútbol en diversos equipos de barrio hasta recalar en el Centro Berchmans, desde donde pasó al Balón CF en la temporada 1956/1957. Dos años después se marchó al Racing Portuense para jugar en Tercera junto a un futuro cadista como Pedrusco y a las órdenes del entrenador Camilo Liz.

Tras un año en blanco por el servicio militar, Pepito Hernández, que era atacante sobre el rectángulo de juego, regresa al Balón, que había ascendido a Tercera, y de ahí pasa al Cádiz CF después de su brillante temporada. Fue el curso 1961/1962, con José Luis Riera como entrenador. El futbolista madrileño criado desde niño en La Tacita de Plata disputó 19 encuentros en la competición liguera y siete partidos en la Copa Andalucía, marcando un gol. Se estrenó, precisamente, ante el Albacete Balompié, adversario que el próximo domingo visitará tierras gaditanas a las cinco de la tarde.

Ese curso, con Márquez Veiga de presidente del Cádiz CF, llegan al Estadio Carranza jugadores que no dejarían un gran recuerdo (Nito, Escobosa, Ripoll o Martínez), que no pueden triunfar, pero arriban otros de la talla de Demetrio, Marcelo, Franco Samper y el propio Pepito Hernández.

Entonces lo fichó el RCD Español para conseguir el ascenso a Primera tras descender el club blanquiazul de categoría. El objetivo se cumplió, aunque Pepito Hernández se marchó al L'Hospitalet, continuando en Segunda en tierras catalanas.

La imposible vuelta al Cádiz CF

Cuando parecía que iba a volver al Cádiz CF desestimó su fichaje el entrenador Julio Vilariño, con el que ya había coincidido en El Puerto de Santa María. Su retirada era una realidad y la temporada 1965/1966 la pasó en blanco, pero la insistencia de Pedro Fernández, presidente del Balón de Cádiz CF, le convenció para volver a vestir la camiseta del modesto club de la capital por tercera etapa en la temporada 1966/1967 siempre con la condición de dejarle marchar en el caso de recibir alguna oferta de algún club de superior categoría.

Pepito Hernández colgó las botas después de una segunda etapa en el Racing Portuense. Allí jugó dos temporadas 1967/1968 y 1968/1969, estando a un paso de conseguir la proeza de ascender a Segunda con el equipo rojiblanco. El Deportivo Alavés se cruzó en el camino del Racing Portuense el 16 de junio de 1968 en el Estadio Eduardo Dato. Todavía se recuerda aquella fecha.

Pepito Hernández durante su segunda etapa en el Racing Club Portuense. L. V.

Hace menos de cuatro años, cuando el Cádiz CF y el Espanyol coincidían en Primera, los micrófonos de Deportes COPE Cádiz entrevistaron a Pepito Hernández, quien había sido jugador de ambas escuadras. «Es un partido muy especial. Yo coincidí con grandes jugadores del Cádiz CF y antes estuve en la cantera jugando en el Balón», señalaba.

«Yo era un jugador que utilizaba las dos piernas y marcaba goles para chuparse los dedos», recordaba quien entonces vivía en el centro de Cádiz, junto al edificio de Correos, aunque antes había residido cerca del Estadio Carranza. Y aseguraba con mucho humor: «Todavía estoy para jugar».

Descanse en paz.

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