Cádiz - Sevilla

Cádiz - Sevilla (0-1) Sin premio no queda nada

Los hombres de Cervera pierden por la mínima un partido en el que pueden caer goleados en la segunda mitad

Cádiz - Sevilla: resumen, resultado y gol

Osmajic lucha por un balón. Francis Jiménez

Alfonso Carbonell

Lo peor del Cádiz es que cuando le cambian el guion, es decir, cuando le marcan un gol se queda sin pentagrama ni discurso. Y es más, le vienen los nervios y las prisas y entonces lo que era todo orden y sacrificio se convierte en el caos. Y claro, en medio de caos nada o poco se puede pescar.

El Cádiz tiene lo que tiene. Hasta ahí, todos de acuerdo, pero no estaría de más que se preparase un pequeño plan, tampoco muy grande, para cuando los encuentros se ponen cuesta arriba. Que este año suele pasar, y mucho.

El Sevilla es muy superior al Cádiz y eso es incontestable. Tan incontestable como que el presidente ficha, y ya, para mejorar esta plantilla o será muy complicado que se llegue con vida a final de Liga. Cuando después de un tremendo esfuerzo, como el del Bernabéu, se acaba con un puntito pues mira, es hasta bueno, pero cuando no hay premio como este lunes pues lo que hay solo son agujetas. Y muchas, demasiadas carencias.

Dicen que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Y algo parecido está ocurriendo con el covid, que argumentos dicen que tiene que ni dios comprende. Y en este mundo de locos en el que también se encuentra el fútbol, sólo así se explica el once de circunstancias que sacaba Cervera tras unas vacaciones en las que se han ocultado positivos como lo que esconde cartas.

Causaba sorpresa un once en el que Haroyan y Chust volvían al once para suplir las bajas de Cala y Fali mientras que el Pacha Espino y Akapo mantenían sus carriles. El centro del campo presentaba la cara nueva de Martín Calderón, que se colocó junto a Alarcón en la sala de máquinas dejando ligeramente más adelantado a Jonsson. Chapela se ofrecía por la izquierda mientras que arriba se posicionaba Osmajic y en la derecha Negredo, que fue el primero en intentarlo, primero con una volea defectuosa y segundo con un lanzamiento desde 45 metros que cerca estuvo de sorprender a Bono.

Y si fastidiado estaba Cervera no menos Lopetegui , que contaba hasta con ocho bajas, nueve con el covid y el resto por lesión. Y con este panorama, y sin sevillistas (aparentemente) en la grada debido a la limitación del aforo por la sexta ola, se presentaba un derbi andaluz tan descafeinado como las gradas de la mayoría de estadios de un país que ha perdido la pujanza tanto en el campo como en la afición. ¡Eso sí, de lucecitas, juego de focos, speakers y demás estamos sobrados!

Tan pronto salieron los contendientes saltó un fuerte sector de seguidores sevillistas en la grada de tribuna con fondo sur , alrededor de 200, que cogió desprevenido al resto del estadio e incluso al equipo de Cervera, que salió dormido y cerca estuvo de encajar el primero a nada de empezar después de una buena jugada por banda de Acuña que dejó pasar el Papu para que le pegase desviado Jordán.

No es que le viniera bien este susto a los amarillos, pero al menos sirvió para que Espino sacase su garra y la transmitiera a sus compañeros y a su afición. Así forzó el primer saque de esquina y el Cádiz adelantaba metros pese a la consigna cerveriana de que tampoco importa mucho perderlos. De hecho, dicho y hecho. Habían pasado ya los primeros veinte minutos de alternancias en las áreas y el comandante mandó a parar. El Cádiz, como en el Bernabéu, se atrincheraba en su campo.

El Sevilla tocaba y tocaba pero no encontraba resquicio alguno y estos solo aparecían con algún falló en la entrega de los zagueros amarillos. Transcurrían los minutos y el Cádiz vivía en su área con relativa calma e incluso eso le permitía alargarse de vez en cuando e intentarlo desde lejos con un lanzamiento de Martín Calderón que no encontró portería.

Terminó el Cádiz, como era lógico, el primer tiempo encerrado en su área en busca del oxígeno que seguro le faltaría para otros 45 minutos de acoso y derribo permitido, ya sí, por una afición que ha sabido que con lo que hay no queda otro camino que sufrido sopor. Y eso, a este altura de la aburrida película que le toca ver al cadismo, es casi que la mejor noticia para un equipo que en cuanto sale de la cueva le podrían caer tres según su creador.

Gol de Ocampos

Ningún entrenador movió su banquillo tras el descanso y Sevilla y Cádiz salieron con las mismas pretensiones. Renovaba esfuerzos en el ataque Cervera quitando a Osmajic por Andone y metía cabeza con Álex por Martín Calderón. Y poco le aguantó la fe en lo que hacía a Cervera porque en el 57' y tras un saque de esquina concedido Ocampos resolvía un lío dentro del área gaditana para adelantar a los sevillistas. Ante esto, Cervera seguía refrescando a su once y sacaba a una banda nueva con Alejo e Iza, que entraban por Jonsson y Chust.

Y no, no se amoldaba al nuevo escenario un Cádiz que veía como Ocampos perdonaba el segundo y más tarde Ledesma sacaba de la escuadra un centro chut desviado por un compañero.

Apenas un lanzamiento sin peligro alguno de Alarcón tras una buena acción de Andone fue el único crédito ofensivo de los de Cervera, que no sólo estaban lejos del empate sino que seguían defendiéndose aunque con el temor de conceder más espacios y más regalos, como el que cerca estuvo de hacer Haroyan, que perdió un balón al no entenderse con Álex siendo último hombre y teniendo que hacer una falta con la que el Sevilla a punto estuvo de sentenciar a veinte del final.

Como suele pasar en estas ocasiones, el Cádiz tiró de su afición y se volcó sobre el campo contrario con más corazón que cabeza y de esa manera, al menos, consiguió la armonía de la grada. Y en esas lides quien más florece es el Pacha, que lo intentó con un zurdazo lejano centrado que Bono contestó en dos veces.

No tuvo otra el Cádiz que adelantar la presión para buscar el balón que intentaba retenerlo el Sevilla con posiciones largas y atrasadas pero no por eso dejaba de llegar al área de Ledesma,

La locura se apoderaba de un final de partido donde aparecían las heridas de Espino, que no entregaba un balón de oro a Sobrino y que luego recuperaría el manchego para buscar la cabeza de Andone con la que el Cádiz se acercó al empate. Pero el Sevilla seguía dándole vida al Cádiz fallando goles cantados. E incluso uno en fuera de juego de Ocampos.

Muerto y derrotado el once amarillo, apenas tenía fuerzas para mantenerse en pie dentro de un añadido donde no se dio el milagro.

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