Cádiz - Elche

Ahogados en casa (1-1)

El Cádiz seguirá una jornada más en el pozo del descenso al ser incapaz de doblegar a un colista moribundo

Fede San Emeterio vio una amarilla y no podrá estar en el Pizjuán. nacho frade

Alfonso Carbonell

Otra vez malas sensaciones y ya van unas cuantas. Este Cádiz ya ha demostrado ser capaz de lo mejor y de lo peor, pero lo que comienza a evidenciar es que parece estar olvidándose de jugar al fútbol como a su entrenador de cambiar los partidos que se le tuercen. Sergio, inoperante desde el banquillo, dejó que el colista se revolviera de la peor manera posible. Sobra decir que el equipo está cogido con alfileres. Los mayores se lesionan y a los jóvenes les falta esa experiencia que dejó a Cervera ronco de tanto gritarlo. Los dos últimos partidos en casa (ante Almería y Elche) dejan un sabor muy parecido tras sendos empates. Este Cádiz se atranca, ha gripado y sus mejores partidos los comienza a jugar desde la contra y no desde el propósito. Ante el Elche pudo hacerse del balón , pero tan pronto como se adelantó se lo concedió al colista. Y por ahi se empieza a tomarle demasiado respeto al balón. Y del respeto al miedo va muy poco.

Sergio redobló la confianza al mismo once que le logró la victoria en Mestalla y lo hizo bajo la convicción de que ahora mismo puede tratarse de su once de gala. A falta de refuerzos y con la ayuda de varios varios autodescartados, el preparador cadista ha tenido hasta cierto punto fácil llegar a un equipo ideal para hacer lo que él propone.

El partido ante un colista defenestrado podía considerarse como trampa, y con ese sobreaviso salió decidido el Cádiz, al que no le faltó tiempo para meterse en el campo del Elche, que incluso intentó salir dominando el balón. Poco le duró.

De hecho, no habían pasado ni tres minutos cuando los franjiverdes enseñaban sus vergüenzas a las primeras de cambio después de un centro del Pacha asistido por Ocampo al que no supo llega el Choco Lozano tras el primer error en el despeje de la zaga alicantina.

La reacción ilicitaba la puso Carmona, que con un centro chut casi sorprende a Ledesma, que de puños sacaba el balón de la escuadra para enviarlo a córner.

Cinco minutos habían pasado cuando Ocampo volvía a aparecer. Esta vez lo hacía con un saque de esquina repelido tiernamente por la defensa rival. El balón le volvía a llegar al charrúa, que veía como Pere Milla saltaba cual bailarina de ballet y le dejaba todo a pedir de boca para recrearse con su especialidad, un derechazo desde el vértice del área que sorprendía a Edagar Badía . Ya ante el Almería Ocampo dejó muestras de su maestría con esta suerte, pero entonces el VAR le quitó el gol.

Con el gol el Cádiz expuso menos, pero no por ello dejó de avanzar hasta un Elche moribundo. En una de esas, Álex se asoció magistralmente con el Choco Lozano, al que habilitó con un pase en profundidad extraordinario que el catracho no supo aprovechar tras golpear a bote pronto sin conectar bien con el balón.

El Cádiz, solo con la inercia, avasallaba a un Elche desválido y sin fe. Era el momento de hacer más daño y fue Iza el que casi lo consigue desde fuera del área tras una gran volea a la salida de un córner que fue de arriba abajo hasta dar en la cepa del palo de Badía.

Se acercaba el Cádiz al segundo gol con el que finiquitar a un Elche que pasada la media hora reapareció en Carranza. Primero lo hizo merced a un disparo en seco y con efecto de Gumbau que repelía como podía Ledesma. La jugada siguió para acabar en las botas de Pere Milla, que casi se resarce de lo ocurrido en el gol de Ocampo, después de meterse hasta la cocina y, desde el suelo, rematar al palo. El rechace le llegó a Lucas Boyé, que se encontró con el puño de Ledesma tras fusilar algo escorado. La triple ocasíón ilicitana coincidió con un momento en el que el Cádiz jugaba con uno menos por la lesión de Fali y la pachorra de Momo , que mientras asediaban a los suyos él aún estaba vistiéndose de futbolista. ¡Manda bemoles el asunto!

Ese acercamiento deparó un cambio en el guion. Así, durante diez minutos fue el Elche el que mandaba sobre el verde. El cadismo, además, no ganaba para sustos y veía como se retorcía de dolor el Pacha Espino. que aguantaría hasta el descanso para alivio de muchos que pudieron pensar que su tendón de Aquiles había saltado por los aires. Afortunadamente, el potro uruguayo se repuso y pudo seguir una vez superado los problemas.

Pasados esos diez minutos, el Cádiz acabó tomándole de nuevo el puslo al choque. Y cerca estuvo de irse con 2-0 al descanso de no ser por las manos salvadoras de Edgar Badía , que repelía un remate de Älex tras un libre directo de Alcaraz que rebotaba en la barrera. El rechace del portero pudo ser aprovechado por el Choco, pero al hondureño le faltó algo de fortuna en el momento del remate.

Machín introducía dos cambios tras el descanso y dejaba en los vestuarios a Pere Milla, marcado sin duda por esa falta de tensión en la defensa del gol de Ocampo. Y la verdad es que su sustituto, Fidel, comenzó a tirar del carro para acercarse a las inmediaciones de Ledesma, que alertaba a los suyos que se estaban acomodando demasiado mientras dejaban crecerse a un rival herido.

El Cádiz había salido realmente desubicado en la segunda parte, algo imperdonable siendo el partido que era. A su ritmo, el Elche seguía buscando el empate y cerca estuvo de ello tras un libre directo de Lucas Boyé que se fue al exterior de la red. Eso hizo que Sergio refrescase la banda derecha y sacase del campo a Ocampo para meter a Alejo. Pero la dinámica seguía siendo favorable al Elche, que llegaba también con la claridad en el disparo de Gumbau, que desde unos 35 metros lo intentaba sin encontrar portería.

El centro del campo era un solar para los ilicitanos, que seguían haciéndose con mayor dominio del partido para inoperancia táctica de Sergio, que debaja pasar los minutos a sabiendas de estar jugando con fuego y no encontrar la manera de extinguirlo. Tampoco buscaba mucho, la verdad.

La madre del cordero estaba en la medular, donde Alcaraz perseguía sombras y a Álex le comenzaba a faltar gasolina. Por contra, Gumbau, Mascarell y Fidel parecían gendarmes en mitad de una plaza sin oposición alguna.

A veinte minutos del final, la afición cadista llamaba la atención de los suyos con unos tímidos pitidos que buscaban más el despertar que la crítica. Para la recta final del choque Sergio se la jugaba sin Álex, San Emeterio y el Choco para dar entrada a Diarra, Negredo y Arzamenda.

Empate justo

Pero las ocasiones las seguían poniendo los visitantes, que tuvieron en la cabeza de Lucas Boyé el empate, pero el testarazo fue demasiado blando y acabó en las manos de Ledesma. Avisaba y avisaban los de Machin, que verían la justicia aparecer en el 80 de partido y tras un gran centro de Blanco no defendido por Momo y rematado perfectamente de cabeza por Ezequiel Ponce, que aprovechaba el regalo de su par.

El empate metió más miedo en la grada que valentía en el Elche, que lejos de ir a por su pieza dejó que el Cádiz, gracias a Alejo y Negredo, pudiera conseguir todo lo que se había empeñado en regalar.

Fue tras un centro del pucelano que llegó a contactar como pudo el vallecano, pero su remate se fue ligeramente desviado. No sería la última de los amarillos, que volvieron a tener en el borceguí de Sobrino el gol de la victoria, pero con todo para el manchego tras un taconazo sublime de Negredo volvió a evidenciar su pánico al gol.

Antes, los puños de Ledesma habían desviado el peligro que avivó ese runrun tan característico y propio de la pitada. El pitido final dejaba al Cádiz en el descenso y con la sensación de que se le empieza a atragantar jugar al fútbol. Y he ahí el problema.

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