Cádiz CF

El Cádiz CF deja párvulos

Los discursos de presidente, coordinador deportivo y entrenador señalan a los jugadores tras muchos años de consentimientos

Garitano se cita con Garitano

Garitano reparte petos durante un entrenamiento. ccf

Han sido muchos años de consentir, de mimar, de limpiar hacia dentro y no hacia fuera; muchos años de protección, de mala educación incluso, demasiados. Al principio es posible que hasta beneficiara al colectivo, que más allá de sentirse cuidado por el jefe después daba la de cal en la arena, o sea, que más que cumplía en el campo. Sin embargo, durante esos años de éxitos que llevaron al club a la cima del fútbol nacional, también hubo vaivenes en los que el barco deambuló por momentos dando pie a comportamientos que terminarían germinando en un descuido no ocasional. Cómo olvidar, estando todavía en Primera, cuando tras caer derrotados en Vallecas en septiembre del 21 el presidente Vizcaíno blanqueó una salida nocturna en la capital de sus muchachos ninguneando la orden dado por su entrenador (Cervera) de que se quedasen en el hotel porque no se habían ganado premio alguno. Aquello acabó como acabó, con el entrenador en la calle y un equipo que se entregó al sustituto, Sergio, para reaccionar en una temporada que finalizó con la permanencia en Mendizorroza.

Valga como ejemplo lo anterior para entender la gestión del máximo mandatario cadista, que siempre se ha preciado de cuidar de puertas para fuera a esos muchachos que desde hace dos años y medio no dan pie con bola en el verde. Así ha sido su política y así la ha venido defendiendo año tras año, permanencia tras permanencia y descenso tras fracaso. Orgulloso de su manera de gestionar el vestuario, Vizcaíno siempre le ha dado a sus jugadores ese protagonismo favorecedor incluso en los peores momentos. El objetivo del sevillano ha siempre claro y simple: apartar a sus muchachos del foco, dejarlos al margen de la culpa y ponerse él como escudero de sus percances, de sus descuidos, de sus faltas. Él es el responsable en lo malo y ellos lo serán en lo bueno. Loable o no, lo cierto es que del todo mal no le ha ido hasta los tres últimos cursos, donde sus jugadores no han estado a la altura ni de lo que ganaban, ni de la categoría. Por eso, porque la teoría comienza a no ser acompañada por la práctica, en los últimos días se ha podido contemplar un ligero cambio de discurso en las más altas jerarquías del club.

Aviso a navegantes

Pues bien, parece que el discurso del presidente comienza a cambiar y lo hace con la aquiescencia de sus colaboradores más estrechos como son su coordinador deportivo, Juan Cala, y su entrenador, Gaizka Garitano, al que, por otro lado, también le ha subido el listón de la exigencia al decir públicamente que hay plantilla suficiente para, mínimo, optar a los 'play off' de ascenso a Primera División.

El equipo de Garitano lleva seis jornadas sin ganar, lo que ha motivado que tan pronto haya pasado del efímero liderato -que ni llegó a disfrutar- a la octava posición, a ocho puntazos del líder Dépor. Esta dinámica ha llevado al dirigente amarillo a modificar su forma de dirigirse a sus futbolistas de puertas para fuera y si a su entrenador ya le ha enviado el recado y la tarea de no despegarse mucho del sexto puesto, a esos mismos jugadores a lo que lleva tratando como si fueran párvulos con babi pese a perder la máxima categoría de forma lamentable y no aclimatarse a la Segunda como profesionales venidos a menos también ha comenzado a ponerlos en la diana de un entorno en el que casi nunca se han visto dado que la mayoría del desgaste ha sido para el que siempre lo ha pedido, es decir, su presidente.

Pero todo eso ya forma parte del pasado. El club se encamina hacia su segunda temporada en Segunda y ya da señales de meterse en el mismo lío del que pudo salir el año pasado gracias a la practicidad de Garitano. La escena es cada vez más seria y ha llegado el momento de dar un paso al frente, incrementar la exigencia y repartir obligaciones y responsabilidades. La culpa o el éxito se va a distribuir. Y ha llegado la hora de hacerlo tal y como indican las últimas palabras salidas de boca de los que dan más la cara.

El primero es alzar la voz fue Manuel Vizcaíno hace dos semanas y con ocasión de la visita del programa de Cope El Partidazo de Juanma Castaño, al que el presidente cadista contestó de la siguiente manera una vez preguntado para que estaba hecho su equipo. «Con la plantilla que tenemos deberíamos esta luchando por el 'play off 'de ascenso; arriba tenemos gente contrastada como Suso, Ontiveros, Brian Ocampo y Álex que cuando aparezcan estaremos dónde tenemos que estar», respondió a las claras y sin ningún tipo de matices.

Un día después, en la Ser, era Cala el que subía el nivel de la exigencia y, además, sacaba de la ecuación a Garitano, del que decía que ya había hablado con su presidente para renovarlo y darle mayor liderazgo y fuerza de cara a ojos de los jugadores. «Confiamos en que aquellos jugadores que necesitan más tiempo irán apareciendo y nos ayudarán a subir el nivel colectivo; esperamos que los jugadores de medio campo hacia adelante sigan creciendo y aportando al equipo», dijo calcando la visión de su jefe.

Del tridente deportivo que todo club ha de tener, quedaba solo uno al que escuchar y, en efecto, Garitano apareció para cerrar la semana laboral antes de medirse en casa a la Cultural y tras el 3-0 encajado en Almería. «Agradezco la confianza del 'presi' y de Juan Cala. Todos pasamos rachillas malas, pero tengo la confianza total del club», manifestaba días antes de encadenar la segunda derrota consecutiva, la que cosechó en Carranza ante el once del Cuco Ziganda y la que provocó que explotase en una onda expansiva que iba derechita a su vestuario. «Hemos empezado muy mal. El equipo no tenía energía ni actitud. El primer tiempo ha sido el peor desde que yo estoy aquí. Falta de agresividad e intensidad. No se puede permitir ese primer tiempo; nos ha faltado intensidad y no hemos ganado un solo duelo», alertó de mala gana y sin importarle un ápice que esas declaraciones le hayan podido distanciar del sentir de un vestuario que, tiempo después, ya está en la picota toda vez que el mandamás ha decidido finalizar la barra libre.

Con este cambio de filosofía en la gestión para con el vestuario, Manuel Vizcaíno parece decidido a hablar a sus privilegiados futbolistas como lo que son, profesionales, y no como aquellos párvulos que se dejaron endiosar hasta ver como la Primera se iba evaporando mientras la Segunda le explicaba que nada fue de lo que le quisieron hacer ver. Adiós al babi de prescolar, bienvenido el mono de trabajo.

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