ESPAÑA

El último adiós a Adolfo Suárez

Rouco Varela advierte, ante los Reyes, Rajoy los 17 presidentes autonómicos, del riesgo de una nueva Guerra Civil

MADRID. Actualizado: Guardar
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Una España unida para despedir al primer presidente del Gobierno elegido democráticamente desde 1936. Esa es la fotografía que se vio ayer en la catedral de La Almudena, durante el último adiós a Adolfo Suárez. Los Reyes presidieron el funeral del Estado al que también acudieron los Príncipes de Asturias, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y sus tres antecesores, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, así como los presidentes de las 17 comunidades autónomas.

Una imagen de unidad que chirría con las tensiones nacionalistas que vive el país, en especial tras el pulso independentista de CiU y Esquerra. Tampoco ayudó mucho a dar la imagen de un país sosegado que le dice el último adiós a uno de sus grandes hombres la homilía que ofreció el cardenal y arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. El prelado interpretó a su manera la frase, «la concordia fue posible», epitafio que reza en la tumba donde descansan los restos del duque de Suárez y de su esposa, Amparo Illana, en el cláutro de la catedral de Ávila.

«La concordia fue posible con él. ¿Por qué no ha de serlo también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y de sus comunidades históricas?», se preguntó Rouco Varela, que pidió a los asistentes que, además de rezar una oración por el alma de Adolfo Suárez, también lo hagan «por España», en una soterrada alusión al temor de que el país pueda romperse ante el empuje segregacionista de algunas fuerzas políticas en Cataluña.

Más brusca sonó su elogio a uno de los grandes logros de Suárez durante su tormentoso mandato. Rouco Valera ponderó que el expresidente buscó y practicó de manera tenaz y generosa la reconciliación «en los ámbitos más delicados de la vida política y social de aquella España que, con sus jóvenes, quería superar para siempre la Guerra Civil». Pero a renglón seguido advirtió de que los hechos y las actitudes que causaron aquel enfrentamiento fratricida pueden volver a repetirse. Rouco Varela calificó de «dolorosa» la retirada de Suárez de la vida pública, aunque ha recalcado su intensa vuelta a la vida familiar. «Dedicado al cuidado tierno y sacrificado de la esposa (que falleció de cáncer en 2001) y al asumir el largo tiempo de la propia enfermedad (en referencia al alzheimer que se le diagnosticó en 2002).

Saludos

Artur Mas fue uno de los protagonistas del solemne acto, aunque en esta ocasión no por sus declaraciones. Cuando Rouco Varela pidió a los asistentes que se dieran la paz durante la ceremonia, el primero en tenderle la mano al presidente de Cataluña fue José Manuel García-Margallo. El ministro de Asuntos Exteriores es, sin duda, uno de los miembros del Gobierno más beligerante con la actitud de Mas.

Al finalizar la ceremonia, la mayoría de los ministros también saludaron al presidente catalán mientras abandonaban la catedral. Un gesto amigable que no protagonizaron ni Rajoy ni Aznar, que pasaron sin detenerse ante el líder nacionalista.