TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

EL ADIÓS DE ROMÁN

Tras la controvertida reunión del comité provincial del PSOE, lo único claro es que se despide de la política con una discreción que le honra y sin montar ninguna zapatiesta

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Aestas alturas de la película y tras la controvertida reunión del comité provincial del PSOE en Chiclana, lo único claro es que Rafael Román se despide de la política con una discreción que le honra y sin montar ninguna zapatiesta. Aunque le queda poco para la jubilación, agotará probablemente su vida laboral como profesor de la Universidad de Cádiz, de donde salió en 1977 para protagonizar una de las carreras públicas más completas del socialismo gaditano: diputado al Congreso, consejero de Cultura y miembro del Parlamento de Andalucía, eurodiputado, senador, concejal en Cádiz o presidente de la Diputación Provincial, lo único que le ha faltado es ser Defensor del Pueblo o, a pesar de sus inicios en el seminario, Obispo de la diócesis. Sin embargo, no parece que vaya a hacer declaraciones incendiarias después de su mutis por el foro. Eso sí, habrá que esperar a la publicación de sus memorias, un género poco frecuentado por los responsables públicos de este país pero que, si no son políticamente correctas como es de esperar, quizá arrojen luz sobre episodios de la política reciente, sobre todo aquellos que han tenido que ver con la provincia y la comunidad autónoma, desde el acto pro amnistía de San Felipe Neri a la rueda de prensa que había convocado en Sevilla durante la histórica tarde del 23 de febrero de 1981 o cuando -tu quoque filii mii-, su delfín Francisco González Cabaña se precipitó antes de tiempo a ser califa en lugar del califa de la Diputación.

Harto de estar harto, Rafael Román no ha querido mover ficha para meter baza y hacerse con un sitio en la lista al Senado porque en las del Congreso, por aquello de que los socialistas van a estar cortitos de votos, había overbooking y codazos a mansalva. El comité provincial apostó por Juan Cornejo, que tampoco es mal candidato aunque su nombre no fuera específicamente manejado para dicha cámara. En cualquier caso, Román entendió la indirecta.

Donde todavía no está todo escrito es en lo que se refiere a las listas del PSOE de Cádiz al Congreso, zarandeadas por partidarios y monopolizadas por detractores de José Antonio Griñán. Era lógico que Manuel Chaves encabezara la propuesta, por su tradicional vinculación a la provincia gaditana desde que en 1977 le enviaron aquí. El presidente actual del partido estuvo representando a esta circunscripción hasta 1990, cuando fue llamado a hacerse cargo de la Junta. Desde su actual condición de ministro y vicepresidente, es más que lógico su destino electoral. Era de cajón.

Es cierto que algunas asambleas lo han cuestionado, pero más han puesto en solfa a Francisco González Cabaña, quién, de puertas para adentro en el socialismo gaditano, muchos identifican con la línea que ha conducido a la derrota en las elecciones municipales y a la consiguiente pérdida de la Diputación. No es el caso de Luis García Garrido, muy valorado por algunas agrupaciones pero que ni siquiera aparecerá en estas candidaturas a pesar de ser el delegado del Gobierno en Andalucía. O tampoco el de Pizarro, que sigue contando con tropas leales y que probablemente dará la batalla en la elaboración de las candidaturas a las autonómicas. A pesar del criterio de numerosos militantes, González Cabaña no ha dudado en presentarse como el supuesto candidato generoso que cede -como él dice en una expresión cuanto menos inoportuna- el segundo puesto de la lista a la jerezana Mamen Sánchez. ¿Y por qué no también al campogibraltareño Salvador de la Encina, que aparece como cuarto? ¿Es que el PSOE tiene más votos en La Janda que en el Campo de Gibraltar o es que González Cabaña suscita una simpatía mayúscula e imbatible en el conjunto de la provincia? Más bien será que los socialistas gaditanos no tienen claro que puedan sacar un cuarto diputado y su secretario general necesita un cargo de este calibre para los próximos cuatro años. Podría presentarse al Senado, aunque sea a riesgo de que los ciudadanos tengan que votarle expresamente con una equis junto a su nombre. Por un kilométrico a la Carrera de San Jerónimo, tampoco le hará ascos a dejar la alcaldía de Benalup, a pesar de que con tanto encono la defendió cuando le ofrecieron un puesto incompatible en la ejecutiva regional. Claro que entonces no sólo tenía que renunciar a la alcaldía sino la presidencia de Diputación.

Quizá hubiera sido el mejor momento para que los críticos se revolvieran contra él. Ahora van a hacerlo, de la mano de Fernando López Gil y de otros jóvenes del PSOE que ya sienten que llega la hora del relevo generacional y que están hartos de imposiciones y de amenazas de expedientes a las primeras de cambio. Sin embargo, este otoño árabe que empieza a mascarse en el socialismo gaditano es probable que no sólo dé quebraderos de cabeza a su actual responsable, sino que provoque si cabe una mayor sequía de votos para su partido común. Aunque no quepa de ninguna forma equiparar a unos y a otros, la historia repartirá condenas y absoluciones, pero las urnas del 20-N mucho me temo que vayan a ser implacables para todos. Para reconstruir el socialismo gaditano habrá que esperar al día después. Quizá los rebeldes puedan, en cualquier caso, llegar a tiempo de corregir la composición de listas de cara a las autonómicas. Algo es algo aunque puede que sea tarde.