Manuel Pimentel, en el centro, junto al presidente de AENA, Juan Ignacio Lema (d), y el presidente de la Unión Sindical de Controladores Aéreos, Camilo Cela (i). :: EFE
Economia

Aena y los controladores sellan la paz

La guerra entre Fomento y el sindicato USCA concluye con una mediación que, según el Gobierno, no deja «ni vencedores ni vencidos»

MADRID. Actualizado: Guardar
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Se acabó la guerra entre el Ministerio de Fomento y el sindicato de los controladores aéreos (USCA). Más de un año de conflicto y centenares de miles de 'víctimas' en los aeropuertos españoles y europeos que solo ha podido concluir cuando unos y otros han optado por la mediación. El elegido para pacificar los cielos ha sido el exministro de Trabajo del Partido Popular Manuel Pimentel, que este lunes dictó un laudo de obligado cumplimiento que, en esencia, rebaja el salario y la jornada de trabajo de los controladores, y da mucha mayor capacidad de maniobra al ente público para organizar el trabajo en las torres.

Básicamente, Pimentel ha normalizado una situación que era a todas luces anormal en el panorama internacional. Aena será, según sus palabras, una empresa «como cualquier otra». Las grandes cifras del que será el II Convenio Colectivo del sector están protagonizadas por los 200.000 euros brutos anuales de retribución media para unos controladores que trabajarán, como máximo, 1.670 horas más otras cuarenta en concepto de formación durante el presente año. Esa jornada irá menguando hasta 2013, plazo límite del acuerdo. España se acerca así al promedio europeo en un negocio en el que, resaltó Pimentel, sus controladores «son los que más ganan pero también los que más trabajan». Las horas extra (80 como máximo) serán siempre voluntarias.

Productividad

Ahora entra en juego la productividad, que tendrá 'premio' para los controladores que más y mejor hagan su trabajo a través de un complemento, pagadero cada seis meses, equivalente al 5% de la masa salarial de cada año. Los turnos, otro caballo de batalla en la negociación, serán por meses naturales y se conocerán con 30 días de antelación. El punto de partida del laudo, aclaró Pimentel, ha sido el acuerdo que Aena y el USCA firmaron el pasado 13 de agosto y cuya interpretación derivó en el caos aéreo de diciembre, con militarización del servicio y declaración del estado de emergencia incluidos. También han servido de base las muchas normas que el Gobierno dictó en 2010.

«No ha habido vencedores ni vencidos, ganamos todos», aseguró el ministro de Fomento, José Blanco, quien espera dejar definitivamente atrás la incertidumbre constante en los aeropuertos que ha imperado en los últimos tiempos. Pimentel ha resuelto en solo un mes un enfrentamiento enquistado desde hace años y en el que los grandes perdedores han sido los viajeros, muchas veces secuestrados por la enconada lucha de controladores y empresa. «Lo que he oído no me parece mal», afirmó prudente el presidente del USCA, Camilo Cela, tras escuchar la explicación del contenido del laudo ofrecida por Pimentel. Al final hubo apretón de manos, y el sindicalista estrechó la suya con el presidente de Aena, Juan Lema. El anterior convenio colectivo acumulaba ya seis años de prórrogas, marcados por la opacidad de los acuerdos entre las partes, y que saltó por los aires cuando el Gobierno apretó el año pasado las teclas de la austeridad, a golpe de decreto, obligado por los mercados y la necesidad de prepararse para competir como gestor aeroportuario solvente y fiable en los concursos que se preparan en el continente.

El laudo pone a cada cual en su sitio, evitando esas interpretaciones de parte de la legislación que terminaron con el cierre del espacio aéreo tras el plante de los controladores. Ahora, la jornada laboral «incluye todo» (incluidas las bajas o la formación), advierte el árbitro.

El tercer ojo

Pimentel hizo especial hincapié en lo complicado y estresante del trabajo de los controladores. Un condicionante que, asegura, le ha servido de guía. Como también, la importancia del turismo para España y la necesidad de garantizar la competitividad de Aena. Junto a esto, advirtió, el exministro ha tenido siempre presente un «tercer ojo» que ha inspirado sus decisiones: la necesidad de «proteger a los ciudadanos». «Bastantes problemas existen ya para no garantizar un tráfico seguro y con plena libertad de circulación», dijo.

El laudo deja claro que Aena y los controladores no fueron capaces de acordar casi nada. Pimentel, que se ha fijado mucho en las legislaciones europeas vigentes, ha sentado a las dos partes para cerrar «artículo por artículo» un profuso convenio colectivo de 198 páginas.