El rey Juan Carlos saluda a Rodríguez Zapatero en presencia de Merkel. :: EFE
ESPAÑA

Cinco horas con Angela

La XXIII Cumbre Hispano-Alemana despertó una expectación inusual para una reunión de ese cariz El Gobierno da un trato exquisito a «la amiga de España»

MADRID. Actualizado: Guardar
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Pocas veces una cumbre bilateral había despertado tanta expectación. La amplia sala de prensa del palacio de la Moncloa registró un llenazo para seguir la comparecencia conjunta de José Luis Rodríguez Zapatero y Angela Merkel con la que se puso fin a las cinco intensas horas que duró la XXIII Cumbre España-Alemania. La canciller germana y democristiana, además de las flores que echó a las reformas económicas impulsadas por su anfitrión socialista, trató en todo momento de mostrarse simpática y afable, al punto de confesarse «amiga de España».

Merkel llegó al aeropuerto de Torrejón de Ardoz, y nada más aterrizar se desplazó al palacio de La Zarzuela para reunirse con el rey Juan Carlos. Con anticipación prusiana llegó unos minutos antes de las 12.00, la hora prevista para el encuentro con el jefe del Estado, un adelanto que propició las bromas reales. La canciller, de negro con una camiseta granate, tuvo un acompañante de excepción para esta visita, el presidente del Gobierno. Se pueden contar con los dedos de la mano las veces que Zapatero ha ido junto a un visitante extranjero a ver al rey a La Zarzuela. Esta deferencia da una idea de la importancia que dio el jefe del Ejecutivo a esta cumbre.

Lo que iba a ser una charla de media hora se prolongó hasta los 45 minutos de amigable conversación. Y si Merkel llegó con adelanto a la residencia real lo hizo con retraso a la Moncloa debido a la prolongación de la entrevista con el rey. La canciller fue recibida con honores militares, escuchó los himnos de Alemania y España y pasó revista a un batallón del Regimiento Inmemorial número 1. Numerosos funcionarios del complejo presidencial abandonaron sus despachos para curiosear la visita.

A continuación, Zapatero y Merkel se entrevistaron a solas, intérprete mediante, mientras que las delegaciones ministeriales, seis por país, mantuvieron sus respectivos encuentros sectoriales. Concluidas las conversaciones llegó la foto de familia de ambas representaciones en las escaleras de la Moncloa, donde se vio a un Alfredo Pérez Rubalcaba muy dicharachero con la invitada.

Al testimonio gráfico se incorporaron también empresarios y sindicalistas de los dos países, invitados de nuevo cuño a la foto y al almuerzo de la cumbre bilateral. Los presidentes de Iberdrola, Telefónica, La Caixa y Acciona, así como los secretarios generales de CCOO y UGT, el presidente de la CEOE, se mezclaron con sus homólogos germanos, y todos ellos con los ministros, Zapatero y Merkel.

Los fogones del palacio de la Moncloa, al igual que su inquilino, pasaron con nota la prueba del almuerzo. Pastel de verduras, paletilla de cordero asada y espuma de fresón con chocolate compusieron el menú de la comida previa a la comparecencia conjunta de Zapatero y Merkel con la que se cerró la XXIII Cumbre Hispano-Alemana.

Una jornada en la que hasta el tiempo acompañó y Madrid olvidó por unas horas el intenso frío de las últimas jornadas para disfrutar de una tibio, pero reconfortante, jornada de sol.