EL PERFIL

FRANCISCO GÓMEZ

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Aunque empecé a conocerlo y a tratarlo cuando, todavía muy joven, hacía poco que había terminado con brillantez la carrera de Medicina, siempre lo he considerado como un señor venerable y como un médico dotado de esas virtudes humanas que nos inspiran respeto, confianza y admiración. Ya sé que es doctor, especialista en Medicina Interna, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínico de Puerto Real y catedrático de nuestra Universidad pero, en mi opinión, la razón honda de la credibilidad y del afecto que genera en sus pacientes y en sus amigos estriba, sobre todo, en la atención que nos presta a cada uno, en el interés con el que examina los síntomas, en la manera detallada y clara con la que explica los diagnósticos y, especialmente, en los mensajes esperanzadores que, con el tono controlado de sus palabras y con las expresiones transparentes de su rostro sereno, nos transmite a lo largo de sus minuciosas consultas.

Estoy convencido de que la clave de esa gratitud que despierta en sus pacientes es, además de su destreza clínica, la amabilidad, ese conjunto de gestos cordiales que tienen su origen en sus hondas convicciones de que la profesión médica nace de una vocación de servicio. Por eso no ha escatimado ningún esfuerzo para alcanzar sus metas. No albergo la menor duda de que todo lo que ha conseguido ha sido porque cree en sí mismo y en sus capacidades para ayudarnos a los demás. Paco sabe muy bien que ese servicio a los demás constituye la senda más directa para engrandecer y para ennoblecer a los seres humanos en un mundo en el que no todo va bien. Por eso el testimonio que nos ofrece día a día es el fruto de una vocación audaz y de una decisión adulta. Su fuerza, su coraje, su serenidad y su paciencia nos estimulan para seguir creciendo.