El ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, durante su intervención ayer en Zaragoza. :: EFE
ESPAÑA

La descoordinación del Gobierno desinfla la ilusión en el PSOE por el pacto anticrisis

Los socialistas detectan con inquietud que la situación económica se ceba de manera especial con quienes fueron sus votantes

MADRID. Actualizado: Guardar
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Empezaron bien la semana. Los dirigentes y diputados del PSOE recuperaron el ánimo con la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de ofrecer al primer partido de la oposición y al resto de los grupos parlamentarios un acuerdo sobre su estrategia económica. Creían haber recuperado la iniciativa política, dejado a Mariano Rajoy colgado de la brocha y lanzado a los ciudadanos el mensaje que, según todas las encuestas, quieren oír: que en España hay políticos capaces de aparcar la disputa partidista para hacer prevalecer los intereses del país. Pero en tres días el globo ha perdido aire.

La misma mañana en la que la vicepresidenta económica del Gobierno y cabeza visible de la comisión negociadora, Elena Salgado, tenía que explicar el resultado de su primera entrevista con los grupos parlamentarios ya tenía varios frentes abiertos: uno con el resto de formaciones políticas, otro de carácter interno con la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y otro más provocado por las apreciaciones de Bruselas. Son episodios, lamentan en el partido, que de nuevo avivan la sensación de que el Ejecutivo actúa a golpe de improvisación y de manera descoordinada.

La víspera, Salgado había colmado la paciencia de buena parte de sus interlocutores políticos al tenerlos en vilo toda la tarde del martes esperando un documento con las propuestas clave para el diálogo; no llegó hasta las nueve de la noche y, para colmo, resultó ser tan sólo un índice de temas sin desarrollo alguno. Su número dos, el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, había soliviantado a Fernández de la Vega al sugerir que el nuevo plan de austeridad para la Administración exigirá revisar su acuerdo con los sindicatos sobre las retribuciones de los funcionarios. Lo de la Comisión Europea llegó después; advertía de que la subida del IVA decidida por el Gobierno lastrará el crecimiento económico hasta el punto de que España será el único país de la UE que acabará este año con números negativos.

A la defensiva

De creer que tenía la sartén por el mango, el Ejecutivo pasó a tener que actuar de nuevo a la defensiva. Justamente lo que se pretendía evitar. Los socialistas tienen interiorizado que deben transmitir con urgencia la idea de que se ocupan y se preocupan por la situación económica. La dirección del partido ha realizado en los últimos meses numerosas encuestas para tomar el pulso al clima social y han llegado a una conclusión poco tranquilizadora en términos electorales. Según fuentes de la ejecutiva, quienes votaron al PSOE en las últimas elecciones son «quienes más sufren los efectos de la crisis». «Es normal que estén enfadados», admiten.

A pesar de que el Ejecutivo insista en desestimar las previsiones de la Comisión, el hecho de que se hayan puesto de relieve, precisamente en este momento, los efectos negativos que puede tener su política fiscal es un importante revés para su estrategia. Ha permitido al PP, y a otras fuerzas políticas, situar el debate donde querían. El incremento del IVA no entrará en vigor hasta junio, pero dado que ya fue aprobado gracias al apoyo de PNV y CC en los presupuestos para 2010, ha sido excluida de las conversaciones del pacto anticrisis. Ahora los populares, CiU e incluso Izquierda Unida -radicalmente contraria a una subida de impuestos lineal- aprovechan para volver a hacer ruido con un asunto que ya al PSOE le costó digerir pero que creía zanjado.

Tampoco ayuda a los objetivos del Gobierno el que este mismo viernes la agencia de calificación Standar & Poor's pusiera en solfa el plan de ajuste económico de Zapatero. Son este tipo de noticias las que dan coartada a la desconfianza mostrada por el Partido Popular hacia el jefe del Ejecutivo. Los socialistas están convencidos de que levantarse de la mesa de negociación tendrá un coste político elevado para el primer partido de la oposición. Sin embargo, tratarán de volver la oración por pasiva, como ya hizo ayer el vicesecretario general del PSOE, José Blanco. «Cuando las dificultades arrecian hay dos formas de enfrentarse a ellas esconderse y esperar que otros saquen las castañas del fuego o hacer un esfuerzos común para compartir los problemas», afirmó.