crisis interna

Los rebeldes chiíes tantean el alto el fuego con Yemen

El Ejecutivo se muestra reticente porque "no se comprometen a poner fin a los ataques contra Arabia Saudí y exigen que el Ejército finalice sus operaciones"

SANÁ Actualizado: Guardar
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El Gobierno de Yemen y los rebeldes chiíes del noroeste del país tantean las posibilidades de alcanzar un alto el fuego para cerrar una guerra que estalló hace seis años y que en noviembre pasado se extendió a territorio de Arabia Saudí. El Consejo Nacional de Defensa de Yemen se ha mostrado dispuesto a aceptar una oferta de alto el fuego anunciada el sábado por los rebeldes, siempre y cuando cumplan con las condiciones que ellos mismos se han comprometido a respetar.

Si así sucede, "el Gobierno no ve ningún impedimento en detener las operaciones militares", ha afirmado en un comunicado el Consejo Nacional de Defensa, encabezado por el presidente yemení, Ali Abdalá Saleh, y en el que participan los jefes militares del país.

Las autoridades de Yemen han salido así al paso de una oferta previa del máximo dirigente rebelde, Abdul Malik al Huti, quien señaló ayer que su grupo aceptará una serie de condiciones para un alto el fuego planteadas por el Gobierno el 13 de agosto. El cruce de mensajes se produce tras meses de intensos combates en el noroeste de Yemen que se han desplazado también a territorio saudí, con centenares de muertos y centenares de miles de desplazados.

Una guerra que estalló en 2004

Se trata de una guerra que estalló en el 2004, encabezada por el líder chií Husein al Huti, padre del actual líder y acusado de incitar a sus seguidores contra EEUU e Israel y de crear un grupo armado conocido como "Los Jóvenes Creyentes". El fundador del grupo murió en el primer alzamiento, y el conflicto pasó a una etapa de combates esporádicos hasta que el 11 de agosto el Ejército yemení lanzó una ofensiva por tierra y aire para aplastar definitivamente a los insurgentes.

Los rebeldes pertenecen a la secta chií de los zaidíes, exclusiva de Yemen y a la que pertenece el 30% de sus 25 millones de habitantes, incluido el presidente Saleh. El Gobierno de Saná, que acusa a Irán de incitar la rebelión, quiere que los rebeldes cumplan su compromiso de respetar las condiciones fijadas el 13 de agosto, entre ellas una retirada rebelde de las posiciones que controlan, que reabran los pasos que llevan a la zona y que liberen a los civiles y militares retenidos. Asimismo, insisten en que estos combatientes, que califica de "terroristas", devuelvan los equipos capturados al Ejército, no interfieran en la política local y no lancen ataques contra territorio saudí.

El líder rebelde dio a conocer su postura de llegar a un alto el fuego para salvar vidas inocentes y "poner fin al baño de sangre" en este país, el más pobre de la región. Al Huti también dijo estar preocupado por la posibilidad de que esta guerra genere "una situación catastrófica" en Yemen que propicie una intervención extranjera en el país, que de por sí se ha convertido en una importante base de operaciones de la red terrorista Al Qaeda.

El conflicto cruza la frontera

Fuentes oficiales consideran que la diferencia entre la postura de los rebeldes y la del Gobierno es que los primeros se comprometen a cumplir una serie de condiciones y el segundo quiere que se cumplan inmediatamente. "Los rebeldes están intentando ganar tiempo", ha declarado a la cadena qatarí de televisión Al Yazira el dirigente del partido gobernante Mohamed Qubaty.

El conflicto armado cruzó la frontera en noviembre pasado cuando los hutíes atacaron una patrulla de Arabia Saudí, lo que desató una ofensiva militar saudí para intentar desalojar de su territorio a los insurgentes chiíes. El Gobierno de Riad informó de que en su conflicto armado con los chiíes, que se prolongó desde el 5 de noviembre hasta la semana pasada, han muerto más de un centenar de soldados.

No es la primera vez que el Gobierno y los rebeldes hutíes negocian un alto el fuego. Ya lo hicieron con el acuerdo que alcanzaron el 16 de junio del 2007, aunque quince días después el Gobierno de Saná acusó a los insurgentes de violar lo pactado.