se infiltró en el sistema de defensa de eeuu

Un pirata muy británico

La extradición a EE UU del mayor 'hacker' de la historia, un escocés quese infiltró en su sistema de Defensa, causa indignación en Reino Unido

| CORRESPONSAL. LONDRES Actualizado: Guardar
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La madre, varios famosos, los partidos británicos de la oposición y hasta un ministro quieren que el titular de Interior impida la extradición a EE UU del escocés Gary McKinnon, de 47 años. Alegan que allí le podrían caer 60 años de cárcel y, como padece el síndrome de Asperger, podría llegar a suicidarse al no soportar tanto sufrimiento.

McKinnon se resiste a la extradición desde hace siete años y, a estas alturas, se ha convertido en un caso célebre. Se le presenta como un genio informático que, aquejado por un trastorno autista, ni se daba cuenta de la gravedad de infiltrarse en los ordenadores del sistema de Defensa en Washington. Dicen que estaba obsesionado en rastrear información secreta sobre ovnis y nada más. Él lo ha explicado con detalle. Insiste en que creía, o cree, que entes del Gobierno americano han ocultado datos sobre naves extraterrestres que se estrellaron contra nuestro planeta, propulsadas por energía gratuita que además no causa polución. Y ese secretismo, añade, va contra la Constitución de EE UU.

Así las cosas, en Reino Unido no se han quedado de brazos cruzados ante la evolución del caso. Ayer se seguían con atención las protestas contra el Gobierno británico tras la negativa del Tribunal Superior a anular la orden de extradición, que ya ha dictado el Ministerio de Interior. En EE UU, mientras tanto, le esperan para juzgarlo por algo bien distinto de lo que McKinnon reconoce haber hecho. Según las autoridades estadounidenses, entre febrero de 2001 y marzo de 2002, detectó con su ordenador algunas redes del sistema de Defensa, luego se hizo con los nombres de los administradores y con sus contraseñas y acabó instalando un programa de acceso remoto, que le permitió detectar 73.000 computadores. Él se centró en 93, que pertenecían al Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la NASA.

Llegado a ese punto, McKinnon borró archivos del Ejército que provocaron el cierre de 2.000 en su red del área de Washington, inutilizó otros y provocó el colapso de 300 de una base naval que coordinaba un sistema de armamentos. Lógico que pensaran que sufrían un ataque cibernético.

La infiltración de McKinnon llegó pocos meses después del ataque terrorista del 11-S y el coste de reparación y protección adicional de las redes dañadas excede, según las autoridades americanas, del medio millón de euros. En uno de los ordenadores, el 'hacker' británico dejó un mensaje que no mencionaba para nada los ovnis: 'La política exterior de EE UU es en estos días terrorismo patrocinado por el Gobierno. Lo hago SOLO. Seguiré perturbando al máximo nivel'.

Tras su detención, los americanos le ofrecieron un trato. Si aceptaba ser extraditado, se le condenaría a tres o cuatro años de cárcel y, al cabo de unos meses, sería transferido a una prisión de Reino Unido para cumplir el resto de la pena. Ahora bien, si se resistía a esa solución, podría ser condenado a más de ocho años y los pasaría todos en EE UU. A estas alturas, McKinnon se ha convertido en un caso famoso. Familia, 'celebrities', políticos y ahora un ministro -el de Gales, Peter Hain- quieren que sea juzgado en Londres. El Gobierno británico se niega. Y la madre, Janis, anuncia que va a dirigir su campaña al presidente Obama, para que entienda que el de su hijo es «un caso de la era Bush».