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Rosa de mar

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Hay que ver el guirigay político que se ha montao con la señora Rosa Aguilar, ex alcaldesa de la Córdoba de Séneca, de los Califatos y de IU. Los medios de difusión le han dedicado especial atención y el guión se ha desarrollado tal como estaba preconcebido. La decisión de la señora Aguilar de dar este giro en la noria de la feria de las vanidades ha sido, según ella, de tipo personal. O, sea que consultó con la almohada como su paisano Manuel Benítez el Cordobés. El señor Griñán, flamante presidente de la Junta de Andalucía, como a la Sabina de la historia la ha raptado y se la ha llevado a su Olimpo como consejera de Obras Públicas. Interesante y sutil cargo que, si no la dá a la entrá, la dá a la salía... Y lo decimos porque Cádiz soporta sobre su débil espada milenaria, desplantes y promesas incumplidas mercenarias y denigrantes. Es una insensatez (sea de quien sea la culpa) que Cádiz no tenga claro su futuro con lo que se nos avecina. El nuevo Gobierno andaluz de ninguna de las maneras puede seguir por los mismos derroteros de sus antecesores, de espaldas a «caminante no hay camino». Claro que no hay caminos... ni buenas carreteras, ni Plaza de Sevilla, ni nada resuelto, por la iracunda obsesión de barrer pa dentro, como ha hecho la estrenada consejera de Obras Públicas y su actual partido, aunque ella se esfuerce en decir que va como independiente.

El bipartidismo es poco recomendable para la salud higiénica de las democracias. Como también es muy saludable cambiar el chis y darle cuerda al reloj de las minorías. Por todo ello, esperemos que la señora Aguilar haga camino al andar y no se olvide de esta vieja ciudad. Y como no tenemos nada que ofrecerle, a cambio le enseñaremos el jardín submarino de la Caleta y, si se porta bien, le pondremos su nombre a una rosa de mar.