A callar

Por la boca muere el pez y por el bolsillo. El silencio es la lengua universal, ya que todos hablamos igual cuando no decimos ni pío. Los árabes creen que sólo hay que hablar cuando tengamos algo que decir que mejore el silencio, pero si les hiciéramos caso la mayoría de nosotros sería autista. Ahora, el PP ha aumentado el ya considerable ímpetu de sus ataques contra el divo justiciero para que no se meta en lo que sí le importa, o sea, en la trama corrupta.

«¿Por qué no te callas?». La conminativa pregunta que le hizo el Rey al pintoresco presidente venezolano, ha sido muy plagiada últimamente. La respuesta es clara: porque no me da la gana. Garzón, que hay que reconocer que es pelmazo, ha contestado desde Guatemala, donde está dando una de sus conferencias, que suponemos que será la misma. «Hablaré en España», ha dicho, pero luego ha expresado su temor a que le manden callar.

Puede que el dinero que cobró no sea legítimamente suyo, ya que vulneró la ley de incompatibilidades, pero a nadie se le puede impedir en democracia que no diga «esta boca es mía».

Nadie debe temer que cuando este señor empiece a largar tiemblen los cimientos del edificio político, ya que está construido en el aire. ¿Qué pasará cuando hable?, se preguntan muchos españoles que aún no se han acostumbrado a serlo. Pues miren ustedes, no va a pasar nada.

Tranquilos La Fiscalía no ve indicios de prevaricación en sus actuaciones y pide al Supremo que archive la querella y que la remita a lo que el poeta llamó «el tribunal del viento».