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EE UU intensifica la presión para que sus aliados entren en combate en Afganistán

Varios países de la OTAN, entre ellos España, estudian reforzar su aportación

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La OTAN mostró nuevamente ayer en Vilna, capital de Lituania, las muy diferentes percepciones que se dan en su seno sobre la manera de afrontar el conflicto afgano. Una reunión informal de ministros de Defensa de la organización aliada fue ocasión para que norteamericanos y europeos hablaran sin ambages sobre el avispero afgano y la manera de plantarle cara. Resultó un preludio de lo que se anuncia para la cumbre aliada que tendrá lugar a comienzos de marzo en Bucarest, donde EE UU, Canadá, Holanda y Reino Unido van a reiterar abiertamente sus demandas de un mayor compromiso militar de los demás aliados en las operaciones de guerra que tienen lugar en el sur del país asiático, la muy conflictiva frontera con Pakistán.

El descontento estadounidense con el nivel de compromiso de buena parte de los aliados presentes en Afganistán no es nuevo. Las limitaciones a la operatividad de las fuerzas internacionales de la Isaf fueron definidas por cada país participante en la misión cuando delimitó sus compromisos, y se han mantenido prácticamente inalteradas desde entonces. La filosofía subyacente de algunos participantes , como España, se traducen por un «yo no estoy aquí para hacer la guerra, salvo que me ataquen». Washington no está de acuerdo con esta filosofía. La considera demasiado limitada. Cree que lo primero es el esfuerzo bélico para acabar con la resistencia talibán.

La reunión informal de ayer, que continuará hoy, se ha visto precedida de una fuerte presión diplomática estadounidense, en demanda de una mayor asunción de riesgos por parte de sus aliados europeos. Reino Unido y Canadá se han sumado a estas demandas. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, afirmó que la Administración Bush «cree firmemente que tiene que haber un reparto mucho más equitativo de la carga entre los socios de la Alianza en Afganistán», y el secretario de Defensa, Robert Gates, se ha pasado la última semana enviando cartas destempladas a los socios europeos, reclamando un mayor compromiso.

Disponibilidad

Se trata de un envite apremiante, pero no nuevo. En la cumbre de Riga (Letonia, octubre de 2006), Estados Unidos presionó para forzar un mayor compromiso de los europeos en Afganistán, pero no lo logró. Ahora vuelve por ello. Le escuchan en Europa oídos más clementes que los de Chirac o Schröder. De hecho, fuentes francesas declaraban ayer la disponibilidad de Sarkozy a prestar apoyo a los canadienses, pero no bajo una presión alardeada públicamente por Gates. Merkel, desde Berlín, rechazaba los reproches norteamericanos arguyendo que sus fuerzas armadas en Afganistán están al límite de lo que les permite el mandato parlamentario.Y la agencia Efe, desde Vilna, daba noticias de que José Antonio Alonso, el ministro español de Defensa, no se daba por aludido por esas críticas y rechazaba los planteamientos que no se realizan a través del mecanismo ordinario de toma de decisiones de la OTAN.

De todos modos, durante lo que resta hasta la cumbre de Bucarest, los aliados europeos van a ver la manera de encajar la presión norteamericana. Francia habla informalmente de asignar algunos de sus últimos modelos de cazabombarderos a la zona, y Alemania tiene previsto reforzar su dispositivo en Afganistán, sin modificar su emplazamiento. Y el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, anunciaba un «compromiso a largo plazo que los aliados han reiterado».