Narcotráfico Cádiz

Hablan agentes antidroga en Cádiz: «Las medallas para los muertos, yo prefiero mil veces seguir vivo»

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Policías y guardias civiles que luchan contra el narco en la provincia cuentan cómo se sienten a diario ante la violencia de estos delincuentes: «que no son pobrecitos en una lancha... ¡que llevan kalashnikov!»

«Prometen mucho cuando pasa algo como lo de Barbate pero luego todo se diluye y seguimos en lo mismo y solos», denuncian

Vuelven los tiros del narco al Guadalquivir: fusiles kalashnikov contra armas reglamentarias

Agentes de la Guardia Civil durante una operación. A. Vázquez
María Almagro

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«Cuando te disparan con un fusil...ese sonido... esa ráfaga de descargas... se diferencia claramente. Sentir eso... puf... hay que verse. Por mucho que te haya pasado ya, te lo hayan contado o sepas que te puede ocurrir en alguna intervención, te tiemblan las piernas, ¡pues claro!. Y si es de noche... ni siquiera sabes por dónde te viene. ¿Cómo te vas a sentir? Se tiene miedo».

Miedo a perder la vida. A que en cuestión de segundos ese calibre letal sea capaz de atravesar el chaleco antibalas o volarte la cabeza. Con unas armas, las de las guerras, que desde hace tiempo están empuñando gente dedicada al tráfico de drogas. Cada vez más. Y cada vez, y según las noticias que van llegando, de la forma más normal. «Alijo que vas, alijo que te encuentras un arma o hay tiros».

Estas palabras no están dichas por cualquiera. Este testimonio lo recoge este periódico de varios policías y guardias civiles de investigación y seguridad ciudadana que están ahí. Una fuente de primera línea. Los que acuden primeros a los avisos o los que a diario siguen la pista de quienes se empeñan en seguir formando parte de una u otra forma del narcotráfico. Los que se pringan las botas de fango. Los que conducen por donde se puede y evitan las embestidas cuando toca. Los que se esconden durante horas, días, en cualquier sitio, llueva, les fría el sol o lo que sea. Los que persiguen a los 'malos' y también los cogen. Los que saben que cumplen con su trabajo pero también advierten desde hace años de lo que está pasando y piden más y mejores medios. Y también, avisan de que se están permitiendo determinadas transigencias que no dependen en absoluto de ellos.

La conversación se mantiene después de que en Sanlúcar, en la desembocadura del Guadalquivir, punto negro de alijos de hachís, haya vuelto a pasar. Hace unas horas unos compañeros suyos guardias civiles han estado a punto de no contarlo. Han escuchado tras sus nucas esa aterradora ráfaga. «Les venía por varios sitios a la vez». Es decir, había más de un fusil.

Les ha pasado cuando en un operativo (uno más) han ido a interceptar a unos traficantes que pretendían descargar más de dos toneladas y media de hachís por la zona de las Piletas. Al verse sorprendidos y en la oscuridad más absoluta de las tres de la madrugada la han emprendido a tiros contra ellos. Según la versión oficial, esos disparos provenían de «armas de guerra». Aún no se sabe cuáles, pero el calibre de esas detonadoras y su secuencia de disparos es mortal. AK-47, Cetme, Scorpion CZ, M16... el nombre puede cambiar pero el daño es similar: mucho.

«Prometen mucho cuando pasa algo como lo de Barbate pero luego todo se diluye y seguimos en lo mismo y solos»

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«Lo llevamos avisando años... y va a peor...», lamenta uno de estos agentes que conoce al milímetro todo el litoral narco de Cádiz. «Con una munición de esas aunque lleves un chaleco y más si te da cerca, hay poco que hacer. Eso te mata. El chaleco policial normal no sirve para parar eso. No es un 9 milímetros. Estamos ante armas muy serias. Y eso no lo llevan pobrecitos de una lancha que se dedican 'a lo que pueden', eso lo lleva quien va a matar. Asesinos».

Y en esta situación se están viendo. Y mientras trabajan para que se cumpla la ley en un «supuesto Estado de Derecho»: «Esto está llegando a un plan que se empieza a parecer a la época del terrorismo de ETA en el que mataban a compañeros... parecía que iba en el sueldo... hasta que no empezaron a asesinar a políticos no se tomó en serio... y no, de verdad... no se puede consentir ya algo así. ¡Están atentando contra nosotros, que se enteren bien, hagan algo y luego no haya más lamentos!», se confiesa otro de estos agentes con voz entrecortada.

«Claro que a veces te cuesta seguir. Te lo planteas todo. Te gusta tu trabajo, te has preparado para ello, no dejas vendido a tu equipo, pero... ¿de verdad merece la pena?, ¿nuestro sueldo y la consideración que se nos da al final de parte de muchos políticos cuando no les interesa?... Mira, las medallas para los muertos, yo prefiero mil veces seguir vivo y estar con mi mujer y mis hijos».

En este sentido, el recuerdo hacia los agentes fallecidos en acto de servicio es inevitable. En los últimos años, en la provincia de Cádiz, ha habido una decena de agentes muertos en intervenciones relacionadas con el narcotráfico. «¡Que no nos digan lo contrario porque eso sí que no lo pueden negar!».

Y entonces, ¿hay solución o no?, ¿tienen esperanza de que se pongan medidas eficaces? «Se dice mucho cuando acaba de pasar algo tan terrible como lo que ha ocurrido en Barbate pero al final todo se diluye siempre y los que nos quedamos otra vez solos volvemos a ser nosotros». «Hasta que pase la siguiente».

«Aquí se podrá hacer lo que sea pero para mí la primera solución no está aquí... Tú no puedes tener al mayor productor del mundo del hachís al lado y no tener los cojones de decirle nada...», se refieren a Marruecos, donde un 15 por ciento de su PIB sale de las 120.000 hectáreas de cultivos de hachís que hay plantadas. «Y donde la propia policía o gendarmería está en numerosas ocasiones comprada», o, donde, «están viviendo a todo lujo narcos fugados como El Messi o ahora puede que los asesinos de nuestros compañeros de Barbate, y ahí van a seguir... ¿tú crees que Marruecos los va a entregar? Y si lo hacen... ¿qué van a pedir esta vez a cambio?».

«No se puede tener al lado al primer productor del mundo de hachís y no decirles nada»

Como aseguran este tipo de situaciones les «desmotiva». Como también la falta de medios o más bien de procesos. Y es que ya no hablan de plantilla o de patrullas, o de otro tipo de recursos materiales (que también), sino de tecnología.

«Estamos investigando con técnicas del siglo XX en el siglo XXI. Estamos investigando a bandas organizadas con vínculos a menudo internacionales con llamadas de teléfono por ejemplo... «¿tú crees que con lo que saben van a decirse por el móvil entre ellos 'mañana entramos por Sanlúcar o Barbate'?, ¿de verdad?. Hay que ir más allá y de forma más rápida y fácil. Si no... seguiremos igual... aquí, esperando la próxima tragedia».

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