Cultura

Campaña editorial navideña

Alfaguara lanza la última obra de Pérez-Reverte y 'Palacio Quemado', del boliviano Paz Soldán

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Villancicos, nacimientos, adornos y, sobre todo, los millares de luces que iluminan la ruta hacia las zonas comerciales de nuestras ciudades anuncian como una contemporánea estrella de Belén, con una preocupante insensibilidad ecológica, que se acercan las Navidades. Ya sólo restan seis días para que las voces infantiles de los niños de San Ildefonso inauguren oficialmente la vorágine navideña de todos los años, pero en algunas calles el pistoletazo de salida para las compras sonó hace más de un mes.

En el mundo editorial, que también tiene que ver con el mercado y sus exigencias, el preparados, listos, ya se anunció aproximadamente al mismo tiempo y en las librerías se empezaron a escuchar los primeros lamentos por los libros caídos en el asalto al fortín de la mesa de novedades. Todo aquel que de una manera u otra se encuentre ligado a los libros sabe de la condición efímera que caracteriza a los estrenos editoriales, pero esta circunstancia se agrava cuando se acercan las Navidades y su voracidad consumista.

Libros de memorias como el de Fraga Iribarne, personaje que, por cierto, nunca ha destacado por su creatividad literaria, manuales varios de autoayuda o autoenriquecimiento como Mueve tu dinero y hazte rico de Aitor Zárate o Los secretos para ganar dinero en bolsa de Ram Bhavnani, que fieles a su pragmatismo no escoden sus intenciones bajo títulos más o menos imaginativos, métodos de idiomas mágicos -y falsos- como Aprende inglés en 7 días y un sinfín variado de títulos peregrinos abarrotan las novedades de las librerías. Muchos de ellos quizá tratan de cubrir la lista de buenas intenciones para el año que viene.

En cuanto a lo estrictamente literario, hay que apuntar, entre otras cosas, la ofensiva navideña de Alfaguara, cuyo título estrella es sin duda la última obra de Pérez-Reverte, Un día de cólera. Pero antes de abordar este libro que ni «es ficción ni libro de Historia», como aclara el autor en la primera página, merece la pena echarle un ojo a otro publicado por esta editorial.

Juegos de poder

El boliviano Edmundo Paz Soldán acaba de sacar su última novela Palacio Quemado. En ella, Óscar, un escritor de discursos políticos desde sus años de universidad e hijo de un antiguo ministro, entra a formar parte del equipo de comunicación del presidente Canedo de la Tapia. Durante los meses convulsos que azotaron Bolivia desde agosto de 2002 hasta octubre de 2003, la vida de este amanuense del poder se mueve entre la necesidad de tomar por primera vez en su vida partido por un bando, por una ideología o por un modo de vida y la de esclarecer las circunstancias y las motivaciones que llevaron al suicidio a su hermano mayor, Felipe, durante el periodo en que él junto a su padre y el resto de su familia vivieron en el mismo Palacio Quemado donde ahora trabaja.

El planteamiento de las relaciones entre el escritor de discursos y el político que les ha de dar voz y vida es probablemente lo más interesante de la novela de Paz Soldán, ya que expone a los ojos del lector unos juegos de poder que en alguna ocasión habrán rondado la imaginación de más de un ciudadano. Cuando uno escucha a los políticos, no tiene claro hasta qué punto sus palabras obedecen a sus convicciones o al argumentario del partido y en qué medida los fabricantes de discursos, que quizá responden a intereses espurios, a la voz de su amo o a sus propios criterios, influyen en las ideas propagadas. Cuando se trata de un jefe de estado, las sospechas adquieren un tono más siniestro.

Este entramado de hilos que se mueven en las esferas del poder aparece en Palacio Quemado y dota a la novela de un interés especial, incrementado por las circunstancias históricas que rodean a la ficción y que marcarán el fin de una etapa de la vida política de Bolivia con el ascenso al poder de un líder indígena.

Dos de mayo

Entre la ficción y la realidad, entre la literatura y la historia, se mueve también la última entrega de Arturo Pérez-Reverte, a la que antes aludimos. Un día de cólera reúne, según palabras del escritor, «medio millar de pequeñas y oscuras historias particulares registradas en archivos y libros. Lo imaginado, por tanto, se reduce a la humilde argamasa narrativa que une las piezas». Este día de cólera se refiere a la jornada sangrienta del 2 de mayo de 1808, cuando el pueblo madrileño, encabezado por Daoiz y Velarde, se levantó en armas contra los franceses.

Aunque al fondo de esta historia resuena la influencia narrativa de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós -igual que sucedía con el título y las intenciones de Trafalgar, su anterior entrega-, las técnicas narrativas de ambos novelistas difieren. Si en el caso de Galdós se trataba de incrustar a un personaje de ficción en los acontecimientos históricos, Pérez-Reverte prefiere pegarse a estos últimos y a sus protagonistas para seguir el hilo de las biografías y de los hechos. Esta táctica, menos arriesgada, tiene sus peligros: si la argamasa narrativa, como le gusta decir a Pérez-Reverte, no pega bien, el relato puede quedar un poco deslavazado, a pesar de las buenas intenciones y de los pretendidos homenajes.

Por otra parte, la publicación de Un día de cólera justo en las vísperas de 2008 huele a marketing editorial. La celebración del segundo centenario del levantamiento madrileño ya tiene, por tanto, novela que lo conmemore. Esperemos que nadie lo aproveche para reivindicar cierto nacionalismo casposo y pase por alto lo que después dio realmente sentido a todo ese proceso histórico de independencia, la Constitución de 1812, heredera paradójicamente del espíritu ilustrado francés. Por cierto, para editores atentos a las conmemoraciones históricas, una idea para las próximas navidades: en 2009 se celebra el segundo centenario del suicidio de Larra. A * * * * * * * * * * * * * * * * *