Editorial

Pequeño avance

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El Consejo General del Poder Judicial, después de arduas deliberaciones que han durado varios días, eligió ayer como presidente de esta institución y del Tribunal Supremo al magistrado Gonzalo Moliner, hasta ahora presidente de la Sala de lo Social del Supremo, perteneciente a la agrupación progresista Jueces para la Democracia. El nuevo titular del tercer poder del Estado se enfrenta ahora al arduo reto de restaurar el prestigio del cargo, muy deteriorado por la crisis que ha provocado la dimisión de su antecesor, Carlos Dívar. En esta ocasión han sido los vocales del Consejo quienes han tomado la decisión de dotarse autónomamente de un presidente; no era ésta la práctica habitual y de hecho su antecesor, Dívar, fue impuesto por el pacto Zapatero-Rajoy. Algo se ha avanzado pues en la separación de poderes, aunque por desgracia siguen funcionando las etiquetas ideológicas que reflejan el equilibrio parlamentario. Cuando es evidente que el poder judicial solo se reconciliará con la opinión pública cuando la lealtad partidaria sea reemplazada por la solvencia profesional.