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Mira en el video un fragmento del juego - J.M.S.
ANÁLISIS

«Mass Effect: Andromeda»: un universo desaprovechado

El videojuego de rol y acción en tercera persona reinicia la serie cuya trilogía original dejó buen sabor de boca y manda a los jugadores a una nueva galaxia por explorar

MADRID Actualizado: Guardar
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La trilogía original dejó tan buen sabor de boca que puestos a reiniciarla había que apostar a caballo ganador. Había que intentar romper con los convencionalismos. Arriesgarse. Pero en su lugar, «Mass Effect: Andromeda», videojuego de rol y disparos en tercera persona, se ha sumergido en un universo infausto y desaprovechado, que conforme el jugador se sobrepone a las andanadas iniciales acaba devastado por la más cruenta realidad: la propuesta está guionizada y le falta arrojo.

Vivir una aventura llena de fascinantes y extrañas criaturas es parte de la gracia de este videojuego, que en esta entrega se inclina tal vez más hacia un concepto propio de «Star Trek» que de «Star Wars», pero está entre esos dos términos. En lo relativo de la exploración, la actitud ante lo desconocido y la forma a la que se abordan las diferentes misiones siguen los cánones establecidos.

Ello no tiene por qué ser excesivamente negativo, pero da sensaciones de estar permanentemente en un deja vu.

La saga permite, además, establecer un ciclo de decisiones, algunas sin más fundamento que la mera conversación. Los diálogos no tienen demasiado significado y el aire de misterio que envolvía a la trilogía original se ha diluido, aunque la historia sigue tendiendo enganche. Ésta también es otro punto a su favor, sobre todo, por los acontecimientos sorprendentes que se suceden en los primeros compases. No estar doblado al castellano puede sin embargo afectar a la atención en caso que el videojugador no domine el idioma de los cuatro fantásticos de Liverpool.

Su gran virtud es saber equilibrar las piezas entre el progreso del personaje, sus habilidades (aunque la rueda de inventario es algo confusa) y la dificultad de las misiones fijadas. Éstas, sin embargo, son un batiburrillo de disparos, búsqueda de objetos, localización de pistas y aprovechamiento de las coberturas, pero dan ganas de salir por cuenta propia a la aventura, a explorar de verdad el planeta. Al final, no consigue ese objetivo. No se encuentran esas sensaciones. Por una razón capital: que la trama va de la mano del propio jugador que se deja llevar por ella.

Parte del arco argumental establecido se ubica en la figura del pionero, la punta de lanza de la exploración de nuevos mundos. En el juego, ambientado en el año 2185, los seres humanos han decidido expandirse a otros planetas. Pero, antes de la colonización, una avanzadilla de avezados soldados expertos deben asegurar la prospección planetaria, que suele ser un proceso a largo plazo que requiere del esfuerzo de varios equipos. Es la llamada iniciativa, encargada de iniciar el primer contacto con especies desconocidas, encontrar enclaves para puestos y gestionar, sobre todo, las amenazas externas antes que los primeros colonos pongan pie en tierra.

En esta ocasión, a los jugadores se les envía a la galaxia Andromeda, situada a 2.5 millones de años luz de la Vía Láctea. Pueden tomar el rol de dos hermanos, Sarah o Scott Ryder, aunque el desarrollo de la trama no afecta. Los grandes aciertos se centran en los combates, ágiles y duraderos, en donde no se puede bajar la guardia y requiere de estar atento minuciosamente a los movimientos de los enemigos. Para ello, se han introducido ligeras mejoras respecto a las entregas anteriores para que la acción se más fluida (adorable es el uso de los jetpack para dar tremendos saltos y alcanzar una mayor verticalidad). Pero, contra los deseos de los jugadores, la gestión del inventario y las armas llega a ser confuso y agotador. Todo esto refleja gran parte de la vocación del juego: está más centrado en la acción que en los elementos rol por excelencia. Lo que, para algunos jugadores, puede ser negativo.

El juego vuelve a pecar de lo mismo que otras propuestas. Y eso que nos encontramos ante un vasto universo repleto de cosas por hacer. A lo largo de la historia el jugador se enfrenta a varias amenazas, como Remanent o Kett, cada uno con sus propios intereses en la zona. Sin embargo, en conjunto es algo difuso. Después de una formidable y emotiva lucha inicial, que requiere de encajar las piezas para entender el conflicto narrativo, «Mass Effect Andromeda» se torna insulso y carente de toda tensión, empujando a los jugadores a completar las misiones principales porque, de nuevo, las misiones secundarias son actividades de relleno y carentes de toda diversión.

Al final, la exploración planetaria no deja de ser más un reto que realidad, y el juego, en conjunto, se limita a solucionar problemas a base de pegar tiros. El comportamiento de los enemigos es arena de otro costal. Algunos son muy exigentes y se mueven con soltura pero otros, enfundando el arma adecuada, en dos tiros certeros puedes acabar con ellos. La gran mayoría se mueven con una Inteligencia Artificial algo inconsistente que parece estar dirigida a resguardarse en una cobertura para obligar al jugador a salir a pecho descubierto.

Especial atención a su apartado gráfico. Aquí es donde, de nuevo, se muestra lo desequilibrado que es todo el juego. Por un lado, se dispone de una notable ambientación, que dibuja escenarios magníficos, pero por otro se observa una pésima ejecución de los rasgos y siluetas de los personajes, detectandose incluso pequeños fallos técnicos en los movimientos y lamentables caídas de imágenes.

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