Verlas venir

La abuela tenía razón

«Todos los dispositivos que utilizamos extraen información nuestra»

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“Niña, que haces ahí en camisón. No ves que ese señor te está viendo”. La abuela de Mariángeles tenía una cierta obsesión con los Telediarios. Eran los 70, y apenas entró la televisión en casa, la buena señora no paraba de saludar al hombre del tiempo porque ella no tenía duda de que estaba allí, de cuerpo presente, y con los ojos clavados en el camisón de su nieta. Nosotros, niños entonces, nos reíamos divertidos de la ignorancia de la señora sin saber que, en realidad, los ignorantes éramos nosotros.

Ahora, cuarenta años después, hemos descubierto que los que no teníamos ni idea éramos nosotros. Que las nuevas televisiones, esas que tienen Internet, 3-D, 4K y cinco leches nos graban cuando hablamos y que pueden hacer diversos usos de esas grabaciones.

¿Pasárselas a tus cuñados? “Ya te he dicho que a casa de tu hermana ¡no!-¡vuel!-¡vo!”. Igual Montoro está interesado. “Entonces, al final, el fontanero lo ha hecho sin IVA”. Tu jefe. “Y el muy imbécil me dice que soy yo el que tiene que hacer el alzado de la trócola, todo por no encargárselo a Lucía, que es amiguita de su hija…. O vete tu a saber qué”.

La abuela de Mariángeles estaba segura de que la televisión entraba en casa para traerte cosas, pero que también se las llevaba. Y ahora sin duda lo hace. La tecnología nos ha llevado a un punto en el que todos los dispositivos que utilizamos extraen información nuestra, al punto que saben más de nosotros que nosotros mismos.

Por ejemplo, ahora empieza a llegarte publicidad al móvil que se define cruzando tus gustos –que alguien en la nube conoce- con tu ubicación en Google maps –que la ofrece tu propio teléfono a ese alguien también- Entonces, si vas por la calle Colón, te envían una oferta de la tienda de ropa en la que compraste la pasada semana. Saben que estás ahí y que eres cliente, y te llega la oferta para que solo tengas que cruzar la calle o doblar la esquina.

A mi lo único que me preocupa de todo esto es que el día que sepan más de nosotros que nosotros mismos –si no ha llegado ya- serán ellos -¿quiénes son ellos?- los que gobiernen nuestras vidas.

Lo que lamentó es que la abuela de Mariángeles ya murió. Y nosotros fuimos tan tontos que no aprovechamos su conocimiento para preguntarle que podíamos hacer para que el señor del tiempo no nos mirase las intimidades.

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