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MotoGP | GP Aragón

El trabajo invisible que salva vidas

Desde los comisarios de pista hasta los coches médicos y de seguridad trabajan para que las caídas se queden en un susto

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Su trabajo es invisible. Así quieren que continúe durante todo el Gran Premio de Aragón. Sin embargo, es tan importante que sin ellos ningún piloto podría acelerar. Son los centenares de personas que velan por la seguridad de los protagonistas. Mientras para unos el triunfo será levantar el trofeo; para ellos será pasar inadvertidos.

El espectáculo que pone color a Alcañiz enmudece en las 45 pantallas con las que Dirección de Carrera observa cada milímetro de pista. Nada escapa a la concentración de los veinte pares de ojos que escudriñan el asfalto en busca de cualquier atisbo de resbalón, de cualquier amago de caída.

Explica Carlos Ezpeleta para ABC que la muerte de Marco Simoncelli multiplicó las medidas de seguridad.

Desde ese momento existen los coches médicos («medical car») que acompañan a los pilotos desde la vuelta de reconocimiento para corroborar que no hay obstáculos en el asfalto y para actuar en caso de accidente en la propia pista. Uno de los coches saldrá nueve minutos antes de que se apague el semáforo, comprobará el estado de la carretera y dará el visto bueno. El otro, lo hará cuatro minutos antes de que se apague el semáforo, aunque en estos últimos grandes premios esos cuatro minutos han supuesto el cambio de color en el asfalto pues las gotas de lluvia comenzaban a caer en ese instante. «Tienes que saber mucho sobre el Mundial, sobre sus normas de seguridad y sobre pistas para poder especificar que todo está bien, porque en esta curva puede estar lloviendo y el circuito seco cuatro curvas más lejos. Y sobre todo, tienes que saber conducir con cierta experiencia para hacer frente a los imprevistos. Cuando vamos con el coche detrás de los pilotos tienes que ir rápido porque al tercer giro ya los pierdes de vista», se ríe Ezpeleta, consciente de que su labor puede salvar vidas. Uno de los coches se quedará en el «pit lane» tras la vuelta de reconocimiento; el otro, en mitad del recorrido. A Ezpeleta lo acompañan en el coche un médico y un enfermero del equipo médico de Dorna que dirige Ángel Charte, otro médico y otro enfermero locales y todo el material necesario para cualquier eventualidad. Un centro hospitalario sobre ruedas.

Forman parte de un engranaje perfecto que se coordina a la misma velocidad con la que los pilotos cruzan la meta y que comienza con los comisarios de pista. Invisibles tras las vallas y distinguidos por colores naranja -los equipos de intervención-, o rojo -personal sanitario-, son unos trescientos los voluntarios que observan con atención cada movimiento de sus ídolos. Les encantan las motos, pero no las disfrutan:trabajan para que cada resbalón solo suponga un susto, un chasquido de frustración. En cuanto el piloto cae, saltan la valla para atender al herido, confiando en que su trabajo se reduzca a levantar la moto para que el caído siga en carrera. En caso de mayor gravedad la alarma salta en la sala de control.

Preparados para todo

Desde allí se emitirá la orden de sacar la bandera roja y parar la carrera. Será el momento de Ezpeleta y su coche médico, o la ambulancia en casos más graves. «Aunque estamos preparados para todo, intentamos que en la pista no se realicen grandes intervenciones, si no de estabilizar al herido para trasladarlo al centro médico», continúa Ezpeleta. Allí espera Ángeles Dobato, una de las enfermeras que recibe la señal y que, tras ver la caída, se ha hecho una idea de la lesión. Salas de rayos x, carritos de paradas, camillas de quemados, un helicóptero y un competente equipo de personal sanitario esperan al paciente.

Mientras el éxito de Jorge Lorenzo ayer fue ser el más rápido en los entrenamientos, para Ezpeleta, Dobato y el resto de personal médico y de asistencia es que las caídas queden como un susto en las estadísticas. Que la única señal que tengan que dar este fin de semana sea un «rider OK» («piloto OK»).

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