Detalle de los lienzos de Chechu Dávila
Detalle de los lienzos de Chechu Dávila
ARTE

Un viaje contemporáneo al interior de Santa Teresa

También algunos de los artistas más jóvenes rinden su particular tributo a Santa Teresa de Jesús en la muestra «El bosque interior», en Zaragoza. Una deliciosa cita comisariada por Susana Blas

ZARAGOZA Actualizado: Guardar
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La exposición «El Bosque Interior (las formas del alma)» podrá visitarse hasta el próximo 11 de diciembre en la Sala Juana Francés (Zaragoza). Con obras de los artistas Chechu Álava, María Bueno, Soledad Córdoba, Antonio Fernández Alvira, Santiago Lara, Mireya Martín Larumbe, Vicky Mendíz, Paula Noya, Mapi Rivera, José Luis Serzo, Suso33, Marina Vargas y Juan Zamora, y comisariada por Susana Blas, nos acerca un interesante concepto comisarial, fuera de todo canon establecido, que nos abre a percibir las creaciones de los artistas más allá del discurso desarrollado en la sala, como podría ser lo habitual.

Formada por una exposición y un cuaderno de viaje, Blas establece dos puntos de vista desde los que metaforizar la visión del alma: La suya –la de la comisaria–, en comunión con su interpretación de los pensamientos de Santa Teresa, y la de los propios artistas, invitados a hacer su propia lectura y a elegir por sí mismos esa interpretación del alma que ella les propone.

El florecer de una sombra

El montaje de la Sala Juana Francés está cuidado al detalle, como si de otra alma se tratase y, en él, se pueden ver obras tan misteriosamente mágicas como las de Juan Zamora, que propone en una de ellas la recreación de un alma viva, consiguiendo un resultado tan poético como arrollador: La sombra arrojada por una mujer, sombra que florece durante el tiempo que dura la exposición, cuya modelo no es otra que la «porno star» Amarna Miller, quien fuera alumna del artista. Pieza que se torna casi clave por su intenso significado, por lo que inspira, lo que traduce y lo que deja brotar. Aunque este trabajo sea tan claramente descriptio del espíritu expositivo, no podemos dejar de lado las impresionantes obras que conforman la exposición, pues son todas de una calidad artística irrefrutable.

Las impresionantes piezas que conforman la exposición son todas ellas de una calidad artística irrefrutable

Los artistas de la cita cuentan con un intenso recorrido a sus espaldas y tienen una obra con un clarísimo componente espiritual, como un mantra. Alvira recompone las ruinas de las piezas una y otra vez; Marina Vargas relee la mística y las creencias de las civilizaciones; María Bueno se sumerge incansable en sus creaciones, que parecen salir de un trance creativo; Serzo muestra su versión de un alma trasmutada y Lara nos sumerge en un intenso almario que parece brotar de las profundidades. Cualquiera de ellas es lugar para la introspección, pasando por los híbridos de Paula Noya o las intensas imágenes de Mapi Rivera o Soledad Córdoba. Lo poético llega de la mano de Mireia Martín, Chechu Álava o Vicky Méndiz o incluso de Suso33.

Por otro lado, el cuaderno se presenta casi como una exposición paralela y eterna, como la sabiduría propuesta por Teresa de Ávila y que la comisaria confiesa le ha acompañado en un largo viaje, de ahí que se plantee ese formato y contenga un diálogo entre Teresa, los artistas y las obras. Una visión casi mística de lo que perdura del proceso expositivo.

El alma colectiva

Es interesante, y hasta gratificante, encontrarse lecturas tan rigurosamente planteadas fuera de las exhaustivas investigaciones teóricas tradicionales. Exposiciones que consiguen ampliar el reclamo de atención hacia un elenco de creadores tan potentes como los propuestos en la muestra y que ofrecen un factor tan importante del proceso creativo: el del alma del individuo creador y, por qué no, del alma colectiva.

Más allá de la resolución técnica y plástica, esta exposición consigue sumergirnos en las entrañas de la creación, pues, no es sin esa explosión del alma como un investigador, un creador, un individuo o un artista se acerca al desarrollo de su creación. Trasladarse a Zaragoza y encontrarse con estas lecturas poéticas, cuidadas, meditadas y tratadas además con este carácter de «cadáver exquisito» entre comisaria y artistas, que construyen un alma común, es un lujo.

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