En la misma portería donde Oli hizo tocar el cielo al cadismo hace ya más de una década, este pasado domingo el canterano Carlos Algarra le hizo darse un homenaje al Cádiz B de Alberto Cifuentes, que con su gol y esta victoria ante el viejo y hundido vecino toma aire en la clasificación de su grupo de la Segunda RFEF.
Nada es ni medio parecido a aquel 2005 en el que el Cádiz de Espárrago conseguía el penúltimo ascenso del club gaditano a Primera tras vencer 0-2 al defenestrado e histórico Xerez Club Deportivo . Ni la categoría, obviamente, ni el equipo rival, que ahora se denomina Xerez DFC, pero sí el estadio, que a diferencia de aquel Chapinazo este domingo estaba completamente vacío salvo la esquina de los seguidores azulinos.
Y para ellos que se fueron Algarra y sus compañeros para celebrar con la rabia propia de un juvenil y la equivocada pero lógica animadversión que no debe producir lo que siempre ha sido un vecino de la provincia y que solo pasó a considerarse enemigo tras esos lúgubres años en el pozo de la Segunda, nueve consecutivos.
Años después, el Cádiz por fin ha conseguido medirse a los que deben ser sus rivales en Primera División (Betis, Sevilla y a la espera del Málaga) y deja a su rival el regustillo de medirse a los equipos de la provincia.
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