ue deEl Alfiler

Tabatadze acalla el discutido runrún

Parte de la grada de Carranza se impacienta demasiado con errores puntuales y se intuye que no va a estar preparada para sufrir cuando el equipo lo haga, que lo hará

Tabatedze celebra su oportuno gol. Nacho Frade

Está teniendo mucha suerte en este arranque liguero el Cádiz CF. Una suerte trabajada, cierto, pero suerte. Los amarillos tuvieron fortuna en su estreno liguero ante el Mirandés, donde el árbitro anuló un gol en su contra tras una pifia en la salida de Víctor Aznar que tan bien podía ser manos, como falta, como incluso gol válido. Pitó falta, o mano. O lo que fuera, pero el caso es que el Cádiz CF sumó sus tres primeros puntos del año en un encuentro que jugó con uno más todo el partido y en el que fue preocupantemente de más a menos.

Otro guiño suertudo le llegó en la jornada siguiente en Leganés, donde el careto de Víctor Aznar salió a relucir para impedir que los pepineros sentenciaran el choque poniendo el 2-0 en un encuentro que los de Garitano empataron al ir de menos a más.

La tercera de las suertes, también en casa y también arbitral, ha venido este domingo ante el Albacete, equipo al que se le anulaba un gol por un control previo con el brazo que bien podría haber interpretado el de negro como legal o ilegal. Así son ellos y así lo van a ser siempre.

Independientemente de que el Cádiz CF este sabiendo aprovechar estas circunstancias y haya empezado más que bien la Liga, hay algo en el ambiente de Carranza que no termina de convencer para que la unidad sea la deseada por el bien común. En efecto, la grada del estadio anima y apoya en su mayoría, pero sigue existiendo ese runrún en momentos inoportunos que no van a ayudar en nada a un equipo que tiene una defensa y un portero como para rezar el rosario durante los 90 minutos de cada partido.

Andaba el partido ya en su segunda mitad en tablas ante un Albacete que sabe hacerse muy bien las cosas y que, por demasiados momentos, se veía superior al Cádiz CF. Pues bien, lejos de empatizar con los sufridos jugadores locales, que se quitaban el balón de encima como podían, se dejaron sonar no pocos pitos en la grada hacia un equipo que solo hay que observar para confirmar que necesita el cariño de su gente porque anda cogido con alfileres en la retaguardia. Por eso, penalizar con la cansina y airada bronca de marras la pifia de este o el error del otro no va a ser más que generar ese clima emocional irrespirable que el cadismo debe abandonar cuanto antes.

Serán pocos los que pitan pero suenan mucho, y esta temporada no se antoja nada sencilla si lo que se refiere es a estar arriba por decreto dado que el equipo no está haciendo más que echar a andar con más temblores que certezas. Gracias al trabajo de Garitano, y al gol en su debut de Tabatadze, el equipo ha comenzado bien en la clasificación porque, de no haberlo hecho, el temor a que el ambiente vuelva a crisparse se antoja inaguantable solo de imaginarlo.

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