Pan y circo
Rarezas
'Casi todo lo que ocurrió en este último partido en casa fue bastante raro'

El pasado domingo, por fin, se daba por cerrada en nuestro estadio esta larga, tediosa y decepcionante temporada del retorno a la Segunda División. Y se hacía con la circunstancia casual de que su marcador configurara un llamativo capicúa, pues se inauguró el curso con una derrota en casa por cero a cuatro frente al Zaragoza y lo cerramos con un cuatro a cero ante el Huesca.
Precisamente, el otro equipo aragonés de la competición. Coincidencias y rarezas que tiene el fútbol. Aunque, bien es cierto, que casi todo lo que ocurrió en este último partido fue bastante raro. Para empezar, y para asombro de todos, al Cádiz le dio por jugar el mejor partido de la temporada, cuajar una primera parte primorosa y meter cuatro soberbios golazos. Tan inesperado fue todo, que la realidad de lo que ocurría en el césped pareció coger con el pie cambiado a la grada, que esperaba ese partido para mostrar de manera ostensible su malestar con el equipo, tras soportar una temporada repleta de padecimientos y frustraciones.
Pero en el fútbol nunca existe un guion escrito, pues el desenlace más inopinado, más disparatado, puede darse en cualquier momento Y eso ocurrió el domingo, generando una extraña sensación de diluida ofuscación, de incoherencia real entre el espectáculo que se advertía en el campo y la amplia gama de chanzas, recriminaciones e ironías que parte de la afición tenía preparada para la ocasión. El equipo brilló, en el último instante y sin que ya sirviera para nada a efectos clasificatorios, pero brilló. Pero en el ambiente quedaba el extraño desasosiego de una afición adumbrada, que tal vez ande aún desorientada por tanto fracaso consecutivo, por su ya visceral repulsa ante una distante, altanera y errada gestión directiva, por sentirse utilizada y ninguneada, por llevar tanto tiempo sin cantar, sin proclamar, sin disfrutar de los éxitos de su equipo.