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La pizarra del Granada 2-0 Cádiz

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Desastre colectivo desde el planteamiento de Sergio, al juego, el rendimiento del equipo y la poca fuerza de un conjunto cadista a la deriva

Once del Cádiz en Granada l.v.
Rubén López

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Olor a Segunda División

El Cádiz ayer se olvidó que competía en Primera División. Salió al terreno de juego de Los Cármenes creyendo que lo que había en disputa era un trofeo de verano o un simple amistoso para coger ritmo. Ya no es que esta opinión lo diga el que escribe, es que hasta el propio Sergio González calificó de «inaceptable» la entrada de su equipo al partido. «Faltos de ilusión por ganar», decía un entrenador que está ahora mismo al borde del precipicio.

Es difícil intentar entender cómo un equipo cambia tanto de un partido a otro. Es complicado explicar cómo afronta un choque de tanta trascendencia de esa manera, igual que no se entiende porqué hay jugadores que siguen teniendo minutos sin merecerlo: Maxi Gómez y Darwin Machis, entre otros.

El Granada, un equipo que había recibido goles en todos los partidos disputados hasta ayer, se fue de su estadio sin sufrir, coronando a Batalla como el portero sin paradas de la jornada y volviendo a hacer internacional a Bryan Zaragoza. El Cádiz fue un equipo de Tercera División, con todos los respetos a la categoría, en manos de un rival que hasta ayer solo sumaba ocho puntos y había recibido la cifra de 40 goles en contra, una auténtica barbaridad.

1. Titularidades inmerecidas

Sergio metía de inicio a Machis, Luis Hernánez y Sobrino como novedades, sin que jugadores como Robert Navarro o Chust, titulares en el partido anterior, merecieran un banquillazo. El partido le quitó la razón al entrenador pues lo del venezolano es ya de juzgado de guardia y Luis Hernández no está aún para ser titular, por más que su presencia sea siempre importante.

El Cádiz salió con el polvorón del equipo que no se entera de que va la película. El Granada si sabía el guión y por eso corría más, ganaba los duelos y por tanto generaba mucho más en ataque que un Cádiz apático y horrible en todos los sentidos. Cuando el cuadro cadista comenzaba a enterarse de la película de terror que estaba rodando en la falda de Sierra Nevada y comenzaba a jugar mejor llegó un gol a balón parado de los que hacen mucha pupua. Dos remates en el área pequeña y para dentro, como si un servidor estuviera defendiendo delante de Conan. Lamentable.

Y a partir de ahí, ¿reaccionó el Cádiz? Todo lo contrario, fue a peor. Se hundió en el partido. No daba dos pases, Machis encaraba para nada, Sobrino no estaba en la otra banda, Bryan Zaragoza hacía lo que le daba la gana y se plantaba solo cada dos por tres. Sergio metió de inicio a Machis en la derecha sabiendo que en la izquierda no iba a defender al nuevo jugador del Bayern de Munich pero es que Sobrino tampoco ayudó a frenarlo. El Cádiz era un desastre total.

2. Sobrino se carga aún más el partido

Con la ayuda de un marcador pírrico, apareció el que faltaba con otro inaceptable error del árbitro y el VAR birlando un penalti claro. Pero ni a eso se podía agarrar el Cádiz. Navarro y Kouamé entraban en la segunda parte dando algo de luz al equipo. Los amarillos, ayer de verde, comenzan a tocar y tener el balón. Se veía algo de un Cádiz que necesitaba ir a por el partido ante un Granada que sigue siendo un equipo con muchos problemas, aunque ayer no los pareciera.

Sin embargo, Rubén Sobrino decidió borrarse del encuentro y dejar a Sergio a los pies de los caballos. Autoexpulsión del manchego y casi que se acabó el partido. Las mínimas opciones gaditanas se fueron al traste, a pesar de que durante unos minutos el Cádiz tuvo ganas de algo, por llamarlo de alguna manera, con diez futbolistas. Kouamé demostró que debe ser titular porque tiene criterio y mucha capacidad con el balón en los pies. Sergio metía a Guardiola en la banda derecha con Ramos en punta de ataque para buscar un empate que no es descabellado conseguir con diez jugadores pero a este Cádiz le cuesta con diez, con once y hasta con doce si se pudiera.

3. Equipo hundido

Con muchos espacios atrás y sabiendo que el partido estaba muy complicado llegaba la sentencia de Bryan Zaragoza. El Cádiz ya estaba hundido por entonces, cada jugador haciendo la guerra por su cuenta, sin alma y sin juego alguno. Negredo entraba en el campo para jugar unos minutitos sin incidencia alguna.

Las buenas sensaciones del final de 2023 se esfumaron en un solo partido, así es el fútbol. La dinámica sin ganar se agranda aún más en un equipo carente de todo lo necesario para ganar.

Es lo que pasa cuando se juega todo a una carta. Sumar 14 encuentros sin ganar y perder en un duelo ante un rival directo hace que se pueda hablar abiertamente de una crisis que necesita un cambio de timón importante. Y es que la única verdad hoy por hoy, por dolorosa que sea, es que este Cádiz huele mucho a Segunda División.

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