Desde la Platea

Lo de Toshack, el clavo y los míos

Queremos que nuestros once cabrones ya salten al terreno de juego el domingo ante el Mallorca a ver si ganan

El Cádiz CF busca una permanencia en Primera que cada vez es más complicada. A. VÁZQUEZ
Mauricio García

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El sábado por la noche queríamos liquidar hasta al que riega el césped... y cuando todo parecía perdido, el lunes por la noche ya pensábamos como Toshack... Queremos que nuestros once cabrones salten ya al terreno de juego el domingo contra el Mallorca a ver si ganan y nos podemos agarrar a esa puntita del clavo que todavía asoma y volvemos a hacer números y cábalas.

Así es el fútbol. El de la afición y la pasión, el puro, no el de los dirigentes de este negocio. El de la ilusión de ese niño que corría a por Escalante para pedirle su camiseta, el del que pasa esta semana subido en una montaña rusa pensando que es posible para minutos después pensar que con la temporada que hemos hecho no lo conseguiremos, el de los locos optimistas o el de los cagones como yo, que piensa que el Mallorca y su orden es poco menos que la Grecia de Charisteas.

Como diría Bordalás... Eso es el fútbol, papá. El del equipo de mi barrio y mi ciudad, el de una pelota rodando y once de los míos con camiseta amarilla intentando ganar, el de los errores, el de los aciertos, el de la pasión deportiva... Alejado de golferías, federaciones, comisionistas, vendedores de humos y pantallas de tablets que miden el pestañear de los jugadores, repartidores de carnés de buenos y malos aficionados, de insultos, o de VAR con jugadas grises, ocres o moradas...

Once contra once. Mis onces. Los que durante 90 minutos me darán un espectáculo que me hará soñar o me bajará a una realidad que no por menos deseada, será tan justa como incómoda y dolorosa. Pero es el fútbol, el bendito deporte de la pelotita sobre el verde, el de la cancha rodeada con una platea llena de gente vibrando, el del equipo que juega en ese estadio por el que me intentaba colar de chico para subir las escaleras y ver el césped, el de las puertas cerradas y un niño, yo, intentando ver el interior entre la rendija que quedaba como el que admiraba un templo.... mi templo, el de los míos, el de mi equipo. ¡¡¡Jueguen!!!Q Luego, ya veremos qué pasa.

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