Pan y circo
Por muy mal camino
'No podemos aceptar que cualquier equipo que nos visite parezca un portento futbolístico, que nos dé un auténtico repaso en el manejo del balón'
Los jugadores del Cádiz, tras la derrota ante la Cultural.
Confundida y decepcionada, la afición abandonaba los peldaños de nuestro estadio con el peso inesperado de la desilusión, con la carga inquietante de una preocupación que crece a medida que se suceden las jornadas. Lo que contempló el pasado domingo es lo mismo que viene ocurriendo desde que iniciara la temporada, con el agravante de que cada partido que pasa el equipo se desfonda un poco más, hasta el punto de parecer ya absolutamente perdido y desorientado sobre el campo.
La primera parte ofrecida contra la Cultural puede ser candidata a batir el enojoso récord de constituir lo peor que se le haya visto al Cádiz en mucho tiempo. No podemos aceptar que cualquier equipo que nos visite parezca un portento futbolístico, que nos dé un auténtico repaso en el manejo del balón, que nos gane casi todos los duelos, que nos supere en todas las líneas.
Salvo en el partido inicial frente al Mirandés, que vino con once jugadores justos para competir, los amarillos no han mostrado superioridad ante ningún rival, al margen del resultado que finalmente se diera. Y eso es un motivo de gran preocupación. Como lo es que el equipo no coordine la presión al contrario, como si esa fuera labor aislada e inoperante que deba realizar García Pascual contra los defensas, como lo es que los centrocampistas lleguen siempre tarde a las disputas, no roben nunca un balón y carezcan de capacidad y de opciones de creación. Como también preocupa, y mucho, que transcurridas quince jornadas aún no se haya parado la sangría de remates que recibimos a balón parado, lo que nos sigue costando goles y derrotas.
Puede ser que se crearan unas expectativas exageradas y engañosas sobre esta plantilla, pude ser también que ciertos veteranos no han podido recuperar el rendimiento que un día ofrecieron, y que algunas promesas no han evolucionado como se esperaba. Pero lo cierto es que la Segunda División es muy igualada y traicionera y que a esto hay que ponerle remedio cuanto antes. Sustituir a dos jugadores minutos antes del descanso, a parte de no solucionar nada, es una acción fea y lo único que refleja es impotencia y una alevosa pretensión de descargar responsabilidades ante la grada. Esperemos que desde el banquillo se trabajen las cosas mucho mejor, porque amplio, muy amplio, es el margen de mejora.
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