Pan y Circo

Celebraciones impostadas

Es uno de los extremos más chocantes e incomprensibles que se pueden observar

El festejo de un logro deportivo nunca deben estar sujetos a imposiciones institucionales de calendarios. Asi se convierten en actos de felicidad fingida y embalsamada

Luis de la Fuente, seleccionador nacional. JOAQUÍN ALDEGUER
Pepe Reyes

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Al unísono grito de ¡Calvo, calvo, calvo…! por parte de un grupo de jóvenes energúmenos que decidieron pasarlo absurdamente bien, quedaba diluido, menoscabado y casi suspendido aquel acto pseudo solemne y medio informal con el que se pretendía festejar el triunfo de España en la Nations League.

Resultó todo un poema observar el atónito rostro de Luis de la Fuente cuando intentaba dirigirse con naturalidad y alegría al auditorio, mientras quedaba paralizado, estupefacto, ante ese cántico ofensivo y chabacano, que hacía directa alusión a concepto tan primario de su anatomía.

Sinécdoque pueril, que posee la misma sutileza y profundidad que llamar a alguien cabeza, canijo, gordo, oreja... y que manifiesta con una rotundidad sin fisuras el limitadísimo nivel mental del vociferante colectivo.

Mozalbetes malandrines que, tal vez bajo el estímulo añadido de líquidos espirituosos, ya habían reventado la locución de Gavi, al que afearon groseramente y en contexto inadecuado su condición de barcelonista. Lo que no venía nada más que a rubricar esa pertinaz, aburrida dicotomía entre Madrid y Barcelona, tan profusamente propagada por los medios periodísticos. Omnipotente rivalidad, que casi no deja espacio al apoyo legítimo y natural a la propia selección.

Tan incontrolable, tan surrealista se tornó la situación que toda la ceremonia, tan meticulosa como artificialmente preparada, adquirió unos cauces lastimosos e imprevistos. Entre las nuevas variantes que ha tomado el fútbol actual, esto de las celebraciones aplazadas, programadas e impostadas es uno de los extremos más chocantes e incomprensibles que se pueden observar.

El festejo de un logro deportivo siempre ha sido fruto de una reacción espontánea de felicidad incontrolada, de un arrebato de euforia que se manifiesta en el mismo momento de conseguirlo, de la explosión emotiva de toda la tensión acumulada. Pero nunca sujeto a imposiciones institucionales de calendarios. Esos actos de felicidad fingida y embalsamada , con sus protocolos, su orden y sus itinerarios nunca podrán ocultar su verdadero carácter ficticio y artificioso. Tan fuera de lugar resulta todo, que hasta puede quedar al albur de una partida de energúmenos que decidan divertirse importunando a los celebrantes.

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