Mauricio García - Desde la platea

Vaya a la Escalerilla

Si Vizcaíno piensa sacar el estadio fuera de la ciudad es que no termina de conocer la esencia del club por mucho que se meta debajo de un paso o píe en un coro de carnaval

Vizcaíno: «Queremos un estadio que sea un centro de eventos mundial»

Manuel Vizcaíno en el Aula de Cultura de Vista Hermosa, la semana pasada. Francis Jiménez

Mauricio García

Hubo una época, la que más años estuvimos en primera, en la que el equipo lo formaban unos tipos a los que veías por las calles de la ciudad. A dos o tres en la puerta del Mesón Riojano en la Avenida Portugal, a la mayoría en el Bar La Escalerilla después de entrenar , a otros por las Brisas.... Y jugaban en un estadio de gradas bajitas que incluso tenía un portero viviendo en sus fondos. Todo muy familiar. Y no se crean que jugaban a la petanca, jugaban en Primera, contra los Madrid, Atléticos, Barça, Valencia, Sevilla y compañía.

Pero llegó el fútbol moderno. El de los jugadores viviendo en urbanizaciones fuera de la ciudad , el de los peinados hasta cuando se termina de jugar, el de las botas de colores y el de los presidentes emperadores que, cual político local, quiere hacer historia tanto deportiva como urbanística. Se podría decir que don ladrillo ha vuelto a coger auge en el fútbol moderno, aunque visto lo que se hace, más que don ladrillo sería doña cristalera iluminada.

No voy a caer en la nostalgia de echar de menos el banco pista del viejo Carranza , las porterías profundas donde el portero gateaba para sacar la pelota o tener que subir tan solo diez escalones para estar ya en la grada. Pero lo que sí pido es que no se pierda la esencia y cordura.

Vizcaíno ha estado de tournée este verano por la provincia y ha caído en la trampa de creer algo que no es cierto . Al Cádiz, por mucho que no lo vea, hay sitios en la provincia donde no lo quieren. El amarillo es odiado en algunos puntos. Quizás por mérito propio. Porque hay que recordar que no hace mucho, antes de ayer, competíamos con ellos en Segunda B. Los tiempos en que los jóvenes preferían jugar en la cantera del Cádiz en vez de en la suya se perdieron ahí, porque al final el equipo amarillo estaba en la misma categoría que el de su ciudad.

En su equivocada concepción de que «quien no quiere al Cádiz está contra la humanidad», además de no ver que hay gente que no lo quiere, sin dejar de ser humano, tampoco ve que un Carranza más grande es un esfuerzo económico inútil, porque la gente que hay es la que hay y habrá. Y ya lo de sacarlo fuera de la ciudad es que además de no ver lo dicho, no termina de conocer la esencia del club por mucho que se meta debajo de un paso o píe en un coro de carnaval.

Un estadio dentro de una ciudad, en un barrio, tiene sabor a fútbol, a casi religión deportiva. Por contra, un estadio en un polígono o una explanada es como el de la Isla de la Cartuja, que bien debe conocer y no le gustó la idea de llevar allí al equipo donde trabaja antes ni para probar .

Es más emperador el que cuida, protege y se siente orgulloso de su esencia que el vanguardista que hipoteca su futuro. Señor presidente, vaya después de los partidos a la Escalerilla a tomarse una caña y mande a hacer puñetas los sueños de grandeza .

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