Desde la platea

La humanización del espectáculo

'o estaría nada mal que 'los señores del fútbol' le pegaran una pensada al protocolo, echándole un ojito, por qué no, a la platea'

Mabil y Momo M'baye, visiblemente preocupados.

Mauricio García

En un mundo tan profesionalizado como es el fútbol, tan teatral, tan bunkerizado, donde ver a los jugadores andando por la ciudad como pasaba en los 80-90 es casi imposible, ver gestos como el de Ledesma, Pacha, José Mari, Araujo, M'baye o Mabil hacen que el espectador perciba la humanización de todo este espectáculo tan rodeado de personajes tan casi extraterrestres como Tebas, los dirigentes de televisión que no emiten imágenes que 'dañen' el teatro o los encargados de hacer un protocolo de actuación, en muchas ocasiones, incompleto.

Ver a Ledesma correr por un desfibrilador, su cara de angustia junto al Pacha durante todo el tiempo que duró la intervención sobre el aficionado, a M'baye y Mabil juntos con las manos en la cara, a Jose Mari corriendo con una camilla (ante la caraja de los de Cruz Roja que estaban a pie de campo, todo hay que decirlo aunque sea políticamente incorrecto) o a Araujo rezando, hace que a uno le quede la sensación de que están un puntito por encima de toda esta parafernalia del fútbol moderno.

A partir de ahí, se puede analizar lo que pasó en las gradas del coliseo, que fue una tragedia a punto de terminar en una hecatombe completa. Quizás no es momento de reproches , de discutir si la actuación fue del todo acertada en tiempo y forma, pero no estaría nada mal que 'los señores del fútbol' le pegaran una pensada al protocolo, echándole un ojito, por qué no, a la platea. Que todo no va a ser que no se pueda fumar o milongas parecidas.

Lo deportivo, también va camino de hecatombe. Puede sonar mal, quizás hasta injusto, pero si nos ponemos en situación, ayer salió un jugador tras una lesión que fue recibido como un héroe por una grada donde muchos, cuando se anunció su fichaje en invierno, lo veían poco más o menos que un manguta descartado de segunda.

Soy de los que creo que Alcaraz nos hace falta más que un nueve, que esperemos que no se vuelva a resfriar, pero esa ovación tiene muchos matices que analizar, entre ellos que la planificación ha sido más que deficiente.

De hecho, después de que el presidente pidiera perdón, lo cual veo muy bien y puede rezar como penitencia tres veces el 'Me han dicho que el amarillo' si se va a sentir mejor, ante cosas como estas y tras cinco jornadas donde los porteros contrarios ni han sudado, la pregunta que queda es: ¿Y ahora qué?.

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