Opinión

El pequeño Nervión y la dignidad del cadismo

El cadismo este 3 de enero aprendió una lección, quizás la más importante: quién manda en el Cádiz Club de Fútbol

Esquina del estadio Mirandilla donde se pusieron los cientos de aficionados sevillistas. F. J.
José María Aguilera

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Duele. Duele bastante ver el antiguo Carranza convertido en el pequeño Nervión . Pero es la consecuencia de un lustro de desmanes en la gestión, de una época en la que el cadismo vendió su dignidad (a nivel general, pues la particular es única e instransferible) a cambio de un abono más barato y del éxito deportivo. Se despojó del pensamiento crítico, permitió hasta con una sonrisa cientos de mentiras, vetos, desplantes, declaraciones grandilocuentes, desprecios, y la pérdida de parte de su esencia a cambio un hueco en Primera División. Y ahí está, en Primera.

El f útbol me asquea como modelo de negocio . En gran parte porque no me gusta monetizar la pasión, mover el sentimiento como valores en Bolsa, aprovecharse de la ingenua ilusión para llenarse el bolsillo. Pero también desprecio que toda labor, excelsa o pésima, se someta al escrutinio de cualquier ignorante en función de si entra o no la pelotita. En román paladino, como presidente puedes hacer un trabajo plausible que si tu delantero manda el cuero a la madera eres una basura, un mercenario o un inútil, pero si rematas con el trasero y el portero se la zampa eres un genio y un ser superior. Hasta te colocan el Don delante.

Divagando, que es gerundio. Las imágenes bochornosas de este lunes, con cientos de Biris en tribuna jaleando a su Sevilla (en plena pandemia), con más de medio palco brincando y aplaudiendo el gol de Ocampos, con José María del Nido campando a sus anchas por el estadio gaditano y sus aledaños, no son más que las acciones propias de quien no conoce límites porque no se los pusieron. Cádiz, tan hospitalaria ella, regala las llaves de sus pasiones, de su Carnaval, su Semana Santa, de su Ateneo, y luego no puede exigir que se limpien las botas en el felpudo.

Pero todo esto es tan criticable ahora simplemente porque el Cádiz no gana . Porque está en descenso. Las pócimas milagrosas del mago Cervera ya no funcionan y sus futbolistas, sobreexplotados y varios de ellos incapacitados, enfilan el camino hacia la segunda categoría. Innegables sus esfuerzos, su lucha constante, su negativa a rendirse. Se podrán vertir críticas sobre el planteamiento del entrenador o los fallos puntuales de jugadores como Álex, Salvi, Fali, Cala, José Mari o Negredo, que le han dado la vida al equipo. Pero sería como mirar el dedo pese al brillo de la luna.

Una noche dura, pero de las desdichas se extraen las mejores lecciones. Y el cadismo este 3 de enero aprendió una, quizás la más importante: quién manda en el Cádiz Club de Fútbol .

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación