Un nuevo estadio para el Cádiz CF
La idea, así de sopetón, echa para atrás. La esencia de cualquier aficionado al fútbol es la pasión . Pasión por su equipo, por sus colores, por su camiseta, por su escudo... y por su estadio. Miles de recuerdos de la infancia con el padre de la mano, de la adolescencia, de la juventud con los amigos, de la madurez con los hijos. Todo eso va ligado a un lugar. En este caso al estadio Ramón de Carranza. Un servidor debutó en las gradas en un Cádiz–Valladolid, temporada 80/81, con ocho añitos. 0–0 en el marcador manual de la torre de Preferencia. Aquella tarde vi sobre el césped a Bocoya, Amarillo, Hugo Vaca, Juan José, Escobar, Dieguito, Manolito, Pepe Mejías, Mané, Luque y Dos Santos. Cádiz CF en estado puro. Antes ya me habían hablado de un tal Carvalho, de Machicha. Y más tarde vi a Mágico, a Dertycia, a Kiko Narváez. Y más tarde aún a Oli o a Armando. Y también a un montón de matracas en los años de Segunda B. He sido abonado de Fondo Norte y ahora lo soy de Tribuna. He cubierto la información del Cádiz CF durante diez años como periodista deportivo, he jugado partidos de los Reyes Magos, he vivido Trofeos y hasta convenciones de los mormones... Todas esas experiencias, la mayoría compartidas con miles de cadistas, conforman un sentimiento, imposible de cuantificar en una hoja de Excell. De ahí que, si la idea es que me arrebaten parte de mi vida, mi reacción primaria sea oponerme. Bastante tenemos con los cuatro majaderos que han cambiado el nombre del estadio por sus desvaríos y sus complejos.
Sin embargo, mi yo racional es capaz de abstraerse de todo ello, de pensar con frialdad. O más bien de escuchar con frialdad la propuesta que tiene en su hoja de ruta la actual directiva del club. Y verlo con otra perspectiva, la que expuso el viernes en el Aula de Cultura de Vista Hermosa Manuel Vizcaíno . Afirma el presidente cadista que con su actual estructura, el Cádiz CF tiene prácticamente imposible seguir creciendo. El número de abonados es limitado y los ingresos por derechos televisivos y de los fondos de inversión son menores con respecto a la mayoría de clubes. Lógico. Sin embargo, construir un estadio a coste cero –con inversores privados– que pueda explotar durante todo el año con eventos, congresos, presentaciones, conciertos... dispararía los ingresos del club. No es una cuestión de meter más espectadores. Va mucho más allá. Del fútbol incluso. La marca Cádiz como destino turístico, como sinónimo de bienestar, es potentísima. Todo un referente a nivel nacional y europeo, con ingleses y alemanes como principales ‘clientes’. Iberoamérica y China son mercados potenciales también para atraerlos con todo tipo de eventos. Digamos que su idea es tener un centro multiusos en el que los domingos se juegue al fútbol. Y eso sí es monetizable. Sí se puede cuantificar. Y con una buena gestión dispararía los ingresos del club. Lo cual se traduciría en más dinero para cantera y para fichajes. Crecimiento deportivo, que es lo que todos los cadistas queremos. Por supuesto más dinero para él y los accionistas del club. Esto es un negocio. El gran negocio. No lo olvidemos. De hecho el propio Vizcaíno lo ha dejado muy claro desde el primer día que vino a Cádiz hace siete años. Una cosa son los sentimientos y otra muy distinta el bolsillo. Pero para nosotros, simples aficionados de a pie, significa la posibilidad, real, de aspirar a algo más que sobrevivir después de más de un siglo de existencia. La oportunidad de escribir nuevas y más memorables páginas de nuestra propia historia. En El Puerto o en Puerto Real, sí. Pero amarillas y azules. Y de paso, por una vez, hacemos Bahía, nos unimos de verdad en esta provincia tan dividida. Que cadistas hay en muchos sitios, no sólo en la capital. Luego saldrá o no saldrá, pero esa ambición que tienen los actuales dirigentes cadistas es fundamental para crecer. Además, a coste cero, con inversión estrictamente privada. Si ganan, ganamos todos. Si pierden, pierden ellos
