Cádiz - Barcelona

La pizarra del Cádiz - Barcelona

Sergio intenta reconducir a su equipo al 4-4-2, pero otra vez se choca contra un muro de realidad que presenta un futuro muy comprometido

Conan Ledesma se estira para desviar un balón centrado con márchamo de gol.

Alfonso Carbonell

Nueva losa de resultado que se le ha venido al Cádiz. Quizás haya sido la que menos haya pesado al tratarse del Barcelona, pero sería de ingenuos no ver que este equipo no avanza. Fue de ingenuos ver que avanzó en Vigo, donde muchos pensaron que ese triple pivote que aguantó el tirón en el primer tiempo ante el Celta era la panacea. Pero no, no la era. Y el primero en darse cuenta de ello fue su entrenador, que ante todo un Barcelona volvió a lo que él considera que se ha de volver. Y eso no es otra cosa que el 4-4-2 que tanto le dio el pasado curso al conseguir la permanencia.

El Cádiz es una ruina. No sale nada y parece no hacerse nada para que salga. El equipo aguanta más por inercia del rival que por méritos propios. Sigue corriendo como el que más, pero o no llega o llega tarde. El once amarillo juega a trompicones, se acerca al área contraria casi que de rebote, sin querer.El juego es inexistente, deslabazado, roto. Y claro, en cuanto el rival de turno cambia de marcha, se acaba el partido. Es lo que lleva pasando en las cinco jornadas en las que el equipo gaditano ha sumado cero puntos, ha encajado 14 goles y no ha marcado ninguno. Absoluta ruina.

1. Regresa el doble pivote.

Introdujo cuatro cambios Sergio respecto al once en Balaídos. Sentaba a Chust, Alarcón, Blanco y Lozano lesionado y metía al debutante Momo M’baye, Álex Fernández, Rubén Sobrino y Lucas Pérez. Se cargaba el triple pivote de Alarcón-San Emeterio-Blanco y lo dejaba en un doble pivote con Álex y San Emeterio. ¿Resultado? Pues ni fú ni fá, la verdad. El Barcelona, repleto de suplentes arriba, se hizo con el balón sin complicaciones y lo movió a medio gas, con lo que pudo adelantarse en el marcador de no ser por la madera y Ledesma. Ya en el segundo tiempo, incrementó la intensidad, sacó a la artillería y acabó con el Cádiz sin inmutarse.

2. Cambios inoperantes.

Poco o nada cambia el Cádiz este año cada vez que su entrenador introduce alternativas. Ya con el 0-1 en el marcador y en el minuto 59’, Sergio movió el banquillo pero como si nada. Sacó a un decepcionante Álex Fernández, que en la jugada del primer gol ‘olvidó’ seguir a Gavi, y metió a Tomi Alarcón para dar mayor frescura a la medular. Además, sentó a un errático pero voluntarioso IvánAlejo y metió Bongonda, al que de momento sólo se ha visto que lleva el ‘10’ de Perea. Este cambio último sirvió para mover a Sobrino, que pasó de delantero a extremo. Efectivamente, el partido murió con el 0-1. El Barcelona sacaba al tridente mortal (Pedri-Lewandoski-Dembelé) y el conjunto amarillo terminó de bajar los brazos en forma de moral . Anestesiado el encuentro, el Barça pasó su rodillo hasta que llegó el fatídico minuto 81 en el que se paró el partido por el aficionado que acabó en la UCI.

3. Diez minutos para olvidar

El partido ya estaba prácticamente sentenciado. Ni había ganas, ni tampoco parecía que nadie en el equipo amarillo quisiera encontrarla. Salvo uno, la gran esperanza cadista. Alcaraz salía al campo y se llevaba una ovación tremenda poco antes del susto monumental que se vivió. Es dramático que un estadio entero se enconmiende a un jugador que el año pasado llegó como descarte de un Segunda. Tan dramático como cierto.

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