pan y circo

Hundidos

'Llegado a este punto, el canon del fútbol ordena que urge un cambio en el banquillo'

Sergio se saluda con su cuerpo técnico. francis jiménez
Pepe Reyes

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Peor imposible. El lamentable espectáculo contemplado por nuestra sufrida afición el pasado domingo alcanzó ya cotas superlativas. Decepcionada hinchada, que asume resignada cómo su equipo ha tocado fondo. Tras anotar el Valencia el segundo gol, el desmoronamiento de los amarillos fue total, el grado de decaimiento tan absoluto que transmitían la sensación de estar noqueados, entregados a una derrota que, a pesar de restar más de ochenta minutos de juego, se presumía inevitable.

Impotencia futbolística y hundimiento moral. Fatídico binomio que imposibilita, por sí mismo, cualquier atisbo de reacción. Triste segunda parte, que quedó abrochada con el bochornoso colofón de sendos goles visitantes en el tiempo de prolongación. Un generoso tiempo extra que sólo vino a dilatar la agonía que se observaba en el césped y la congoja que inundaba la grada. Una debacle anunciada, ya presagiada en nefastos encuentros anteriores. Un cúmulo de circunstancias han conducido a ello: una plantilla mal confeccionada, jalonada de incorporaciones que no han aportado nada y de ilustres veteranos que nunca contaron para el entrenador.

Si a ello se le suma el pertinaz reguero de largas lesiones que a tanto jugador, otrora fundamental, ha alejado del campo y después mermado su estado de forma, el resultado arroja un plantel extremadamente disminuido en su rendimiento. Todo parecía cogido con alfileres, pero el monumental batacazo de la última tarde ha mostrado las verdaderas costuras que con tanta debilidad nos sustentaban.

Llegado a este punto, el canon del fútbol ordena que urge un cambio en el banquillo. Hasta da la impresión que algunos futbolistas dejaron de creer en el míster. Aunque, antes que ello ocurriera, parece que fuel el propio míster el que dejó de confiar en determinados miembros del plantel. Con Sergio González el Cádiz resucitó, obtuvo el beneplácito de la grada con un fútbol de ataque y fluido y conseguimos dos celebradas permanencias. Pero los resultados mandan, el descenso amenaza y todo tiene su fin. Mantenerlo en el cargo hasta encontrar un sustituto carece de honestidad y de sentido. Urge un aire fresco y mucho acierto en los fichajes.

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