El alfiler

Clases de cadismo

Andan los repartidores de carnés quitándoselos a muchos por un tubo. Allá ellos y sus lecciones, de lo más cansinas además

El Cádiz CF pasa por una delicada situación clasificatoria. A. V.
Alfonso Carbonell

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Andan los repartidores de carnés quitándoselos a muchos por un tubo. Allá ellos y sus lecciones, de lo más cansinas además. Causa sonrojo que algunos de ellos se dediquen a la profesión de informar, pero bueno, entiendo que por cosas tan infantiles como el fútbol tenga la prensa la famita que tiene. Ya es tarde para cambiar una dinámica de bufanda que no recuerdo que se diera en la facultad. Quizás ahí está el tema. A saber.

Al margen de esos cadistas de palco y quinielón, lo cierto es que estamos asistiendo a unos partidos que, qué quieren que les diga, cuesta tragarse por dos motivos. El primero de ellos es el de siempre este año: son perjudiciales para la vista y el buen gusto. ¡Es que deben resultar soporíferos incluso hasta para el que se acuesta en una cama con una colcha del Cádiz CF! Pero, bueno, aburrir tiene su pase. Cómo no lo va a tener en un club donde el mejor entrenador de su historia no quería ver el balón ni en pintura. El segundo motivo aún es más dañino porque choca frontalmente con la ética, esa que sí se estudió en la carrera, por cierto, muy fácil. Tener que animar a un equipo al que se le concede todo tipo de facilidades por parte del rival tiene que ser uffff, cuanto menos, duro. Es como jugarse una cerveza al tenis con un amigo que te la paga por haberse dejado. Pelín triste, ¿no? O no lo será para muchos, pero dónde queda el honor.

Como se preveía ya son dos los encuentros, mejor dicho, los simulacros en los que pasa esto y resulta realmente complejo para un cronista libre que alimenta (o envenena dirán los repartidores) a una afición tener que describir la mentira que hay montada sobre el césped. Vamos, era tan de cajón lo que iba a pasar tanto en el Pizjuán como en Balaídos que un servidor se ganó un dinerito apostando a caballo ganador.

La temporada es un desastre y es de recibo que todo aquel que sienta los colores del equipo le haga saber tanto a jugadores como a dirigentes que lo que están haciendo pasar este año es una auténtica pesadilla. Y de lo mas aburrida, que es peor todavía. Por todo ello, la bronca -exceptuando los insultos, por favor- del pasado domingo ante el Getafe no solo fue lógica, sino incluso un arrebato por el que puede intuirse que el cadismo ha vuelto a despertar gracias a una situación bochornosa a la que se ha llegado por una tremenda e insolente dejación de funciones en todos los estamentos del club.

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