Cádiz CF

Sobrino, de la luz de los focos al túnel de lavado

No está siendo una temporada nada sencilla para un jugador que fue clave con sus goles en las tres anteriores permanencias

Sobrino se perderá los dos encuentros antes sus exs. ccf

Alfonso Carbonell

Rubén Sobrino, como prácticamente la mayoría de sus compañeros, no está teniendo un curso muy fácil. El manchego renovó el pasado verano para dos temporadas más con el conjunto amarillo y desde que firmó el contrato no parece levantar cabeza.

El extremo de Daimiel siempre ha sido un jugador muy valorado por los dos entrenadores que ha conocido desde que llegó en un mercado de invierno procedente del Valencia a petición de Álvaro Cervera, un entrenador que lo ponía como segundo delantero. Y efectivamente, en esa posición comenzó brillando y hasta dando el gol de la permanencia matemática en el estadio Los Cármenes, donde el pasado 3 de enero sufrió un día aciago.

Fue en el estadio granadinista donde Sobrino firmó la salvación del equipo entonces entrenado por Cervera, quien le bautizara como un 'Fernando Torres de low cost'. Tras aquella media temporada como cedido dándole al entrenador de las gafas lo que le pedía, el club cadista hizo una importante inversión para comprárselo al Valencia, donde había llegado años atrás después de marcar doce goles defendiendo los colores del Alavés en lo que fue su temporada más completa en Primera División.

Y efectivamente, las maniobras para su contratación le salieron bien a Manuel Vizcaíno, que comenzó el verano diciendo que no interesaba a pesar de la querencia por retenerlo de Cervera hasta que finalmente el Valencia accedió a venderlo coleando el verano. Fue, de hecho, uno de los fichajes de ese verano por el que el presidente cadista sacó más pecho. Sin embargo, esa temporada no comenzó nada bien y Sobrino comenzó a escuchar pitos en la grada, que veía como pasaban las jornadas y las ocasiones y el delantero manchego no marcaba ni al arcoíris. Además, Cervera se empeñaba y se empeñaba en sacarlo en el titular y como delantero, donde la responsabilidad le acabó pesando demasiado. Para colmo de males, a Cervera no solo le falló en el campo, también fuera. Y es que Sobrino fue uno de los siete que salieron de marcha tras la derrota en Vallecas una semana antes de que todo explotara cuando el exentrenador cadista mantuvo una fuerte discusión dentro del vestuario con Vizcaíno. ¿El motivo? El castigo para los siete que salieron de fiesta en Madrid sin su permiso. Uno de ellos era Sobrino.

Y Sobrino, ni el Cádiz CF, levantaron cabeza hasta que comenzó el nuevo año 2022 y llegase Sergio, que fue aire fresco para todos; comenzando por Sobrino, al que poco a poco lo fue metiendo en el once pero no como delantero sino como hombre de banda con llegada. Y vamos que si llegó. Suyo fue el gol en el descuento ante el Villarreal en Carranza que suponía los tres puntos para respirar tras llegar tirándose al segundo palo a un envío potente de Lucas Pérez. Aquel día rompió a llorar mientras celebraba con sus compañeros un gol que encaminaba a la salvación del equipo.

Pasó esa temporada, salvada de rebote en Vitoria, y vendría otra en la que de nuevo Sergio tiraría de él. Y si en los cursos anteriores contribuyó con goles claves, qué no decir del que le marcó el año pasado al Celta tras una genialidad de Escalante. Otros tres puntos que encarrilaban una permanencia que se terminó de firmar en la última jornada ante el Elche en el Martínez Valero.

La figura de Sobrino está en duda este año. Sus galopadas por la banda, sus conducciones trepidantes de balón y su arrojo en la presión se echan de menos en una temporada en que la que, para más inri, apenas está teniendo competencia en Alejo puesto que Machis y Ocampo están muy lejos de su mejor versión. Hasta el momento, el manchego ha jugado 648 minutos, tiempo más que suficiente para percatarse de que no ha jugado más porque no lo está mereciendo. Además, no está ayudando demasiado las seis tarjetas amarillas que ha visto y la roja última en Granada por una agresión a un rival. Sobrino está descentrado. Es posible que este curso no se sienta tan mimado como otros en el día a día, donde ha apreciado como otros recién llegados tienen más autoridad y respeto que él que lleva varios años batiéndose el cobre. Está claro que algo le pasa a Rubén, un jugador que sigue intentando dar todo lo que tiene pero al que no le está acompañando la confianza necesaria de su entrenador.

El último encuentro en Los Cármenes cerca estuvo de hacer cambiar esta dinámica, pero lo que parecía comenzar a ser un resurgir se convirtió en ruina. El extremo fue al rechace del portero a un disparo de Machis con la zurda, llegó al balón y en cuanto notó el leve contacto de Batalla se fue al suelo para que Pulido Santana picase. Y picó, pero no el VAR, que le mostró al árbitro que la intensidad del contacto no era el preciso como para irse al suelo.

Ya en la segunda parte, las cosas fueron a peor. En un contragolpe gaditano, Sobrino notó un empujón de Gonzalo Villar en la carrera, al que contestó revolviéndose hacia el jugador local para agredirlo. De nuevo el VAR se alió con el adversario y a Sobrino ya le esperaba las duchas.

Lo que podría haber sido un paso adelante se ha convertido en dos hacia atrás. concretamente los mismos encuentros que se perderá por sanción. De pasar de los focos del protagonismo a meterse de lleno en el túnel de lavado, donde puestos a ser positivo, deberá hacer una limpieza mental y reaparecer con todas esas ganas que parecen perdidas. Será un momento proclive para lavar la cabeza y es que el destino ha querido que se pierda los encuentros ante dos equipos que conoce bien como Valencia y Alavés, allí donde alguna vez fue feliz. Por tanto, no removerá sentimientos y así podrá estar más que centrado en recuperarse para lo que ahora más le debe importar, el Cádiz CF.

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