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Pellegrino se traba en el pedal

La dura derrota ante el Betis deja sin efecto la llegada de un nuevo jefe que apenas ha intervenido en la rutina de un equipo que sigue a la deriva con él al timón

Mauricio Pellegrino, antes del Cádiz - Betis. antonio vázquez

Alfonso Carbonell

La contundente derrota del pasado viernes ante el Betis en el estadio Carranza ha dejado sin efecto lo que siempre supone de revulsivo un cambio en el banquillo. Aunque para muchos es posible que los primeros empates ante Athletic Club de Bilbao y Villarreal, ambos lastrados por las lesiones y con muchos reservas en sus onces, representaron una leve mejoría, lo cierto es que dichos encuentros se pudieron firmar tranquilamente con Sergio en el banquillo. De hecho, el mismo presidente cadista, Manuel Vizcaíno, lo decía a los micrófonos de Dazn poco antes de que los suyos se resbalasen ante el Betis en el enésimo encuentro en el que el Cádiz CF enseñaba sus vergüenzas. «Este Cádiz siempre ha competido salvo en esos tres últimos encuentros en los que perdimos costándole desgraciadamente el puesto a Sergio», decía el sevillano. Y en cierta parte no se equivocaba. Es más, en dichos encuentros ante Granada, Valencia y Alavés también el equipo se mantuvo vivo sobre el césped quitando esos últimos minutos ante un Valencia que acabó destrozando a un equipo ya de por sí destrozado desde muchísimo antes.

Evidentemente, de lo contrario habría sido ya preocupante, en los dos primeros encuentros ante vascos y castellonenses al equipo se le vio algo más ordenado, con intensidad, concentración y solidario en el esfuerzo. Qué menos ante la llegada de un nuevo entrenador que, sí o sí, motiva hasta a aquel que no contaba con el anterior ni para jugar los partidillos de entre semana.

Sin embargo, el equipo no demostró mucho más allá de eso en tres encuentros en los que volvió a adolecer de lo que está sufriendo toda la temporada, es decir, fútbol. Todo volvió a ser tan previsible como antes y lo que es peor, apenas se ha notado un cambio sustancial en nada. No obstante, los empates ante dos equipos que suelen competir por entrar en Europa ilusionaron en cierta forma a una afición que anda desolada desde el pasado 1 de septiembre que su equipo ganó por última vez esta temporada. Contando con la Copa y dos rivales de Segunda RFEF de los que no se pasó del empate. Ojito.

Pero bueno, el entorno quiso dar por buenos dos empates que no eran más que la misma película que ya se estaba rodando con Sergio, entrenador que encadenó cinco empates consecutivos antes de la triada ante Granada, Valencia y Alavés. Así que a Melody le van a hablar de gorilas.

Nada nuevo. Absolutamente nada nuevo ha aportado Mauricio Pellegrino, que llegó al club después de las negativas de Diego Martínez, el toto Berizzo, Rubi y los problemas contractuales de Guille Abascal y Pablo Machín. Y no, no es que haya que achacarle todo al nuevo inquilino de la caseta amarilla porque sería demasiado injusto con un técnico que, aquí sí tiene su culpa y responsabilidad, ha avalado con sus palabras un mercado de fichajes que más que decepcionante, malo. Muy malo.

El barco no avanza. Dos puntos de nueve es un bagaje más que insuficiente para salvar la categoría, que de momento es factible debido a la debilidad de unos rivales que comienzan a dar todas las señales de vida que en Carranza no se atisban por ningún lado.

Dos puntos de nuevo y ningún gol conseguido lo dice todo acerca de la falta de originalidad de Pellegrino para conseguir que los suyos siquiera generen oportunidades o situaciones de gol.

Las mismas piezas y las mismas pocas oportunidades

Sólo hay alguna pequeña diferencia con su antecesor en el cargo, la apuesta por un delantero algo más retrasado que Chris Ramos, en este caso Rubén Sobrino, que lo tuvo en el Alavés aunque apenas lo utilizó en su temporada en Mendizorroza. El resto, más de lo mismo.

Lo peor de todo es que si ante el Athletic y el Villarreal la defensa dio síntomas de haber mejorado en cuanto a solidez y concentración todas esas sensaciones saltaron por los aires el pasado viernes ante el Betis, que aprovechó dos errores garrafales para imponer su calidad sin necesidad de hacer muchas más cosas. En el primer gol de Willian Jose fue Lucas Pires el que perdía ante Johny Cardoso un balón muy comprometido que recogió de Robert Navarro mientras que en el tanto de Fornals fue el recién entrado al campo Juanmi el que perdía un balón en el centro del campo que el bloque construido por Pellegrino no pudo detener antes de que Ledesma recogiera el balón del fondo de las redes. Así que lo poco que se pudo aplaudir del 'efecto Pellegrino' quedaba en agua de borrajas tras la visita de un Betis que sin Isco jugó muy bien a la pelota ante una caricatura de Cádiz.

Las comparaciones son tan odiosas como necesarias y si la estancia en el banquillo de Pellegrino se mide a los primeros días de su predecesor en el cargo la verdad es que si en puntos no hay mucha diferencia sí que la hay en cuanto a imagen. De entrada, los dos puntos de nueve que se aprecia en el casillero de Pellegrino serían cuatro en el que dejó Sergio, que debutaba con un empate en casa ante el Espanyol (2-2), una victoria en el campo del Levante (0-2) y una derrota en Son Moix (2-1) tras un arbitraje que aún hoy sigue dando de que hablar. Eso respecto a los guarismos porque si se echa una miradita al juego que por entonces hacía el Cádiz de Cervera con el ritmo que le dio el ya también exentrenador cadista la cosa es harto diferente. Y es que de la noche a la mañana el equipo de Sergio comenzó a discutir y hasta hacerse propietario del balón, cosa que con Cervera no solo era misión imposible, es que hasta el señor de las gafas lo prohibía. De pronto, el aficionado medio cadista comenzó a disfrutar y divertirse con un Cádiz que poco a poco y con fútbol fue saliendo del pozo hasta librarse definitivamente del descenso en la última jornada en Vitoria.

Además de la importancia por discutir el balón que le dio Sergio, también el entrenador catalán rescató a no pocos jugadores que andaban en el ostracismo con Cervera como fueron los casos de Alejo, Negredo, Chust o el mismo Sobrino, todos ellos determinantes para conseguir la permanencia.

En cambio, más allá de ese guiño a Sobrino que le está haciendo Pellegrino, el entrenador argentino está utilizando básicamente las mismas piezas que estaba tocando Sergio. Y claro, el resultado está siendo el mismo: Poco fútbol, carencia de ideas y estancamiento en las mismas y previsibles ideas. Además, jugadores que andaban olvidados siguen estando poco más que en el mismo olvido y con los mismos minutos.

En definitiva, efecto diluido.

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